sábado, 23 de enero de 2016

DÍA DE LA DISCAPACIDAD

El día 3 de diciembre se celebra el día internacional de las personas con discapacidad, aunque el estar discapacitado no es motivo para celebrarlo, el hecho de estar vivos sí lo es. Celebra abrir los ojos un día más y poder ver un nuevo amanecer, que aunque nos parezcan todos los días iguales, no lo son, cada día es diferente, y están llenos de sorpresas, las cuales tenemos que descubrir.

¿No os parece emocionante vivir esa aventura? ¿Te quieres perder todo esto por estar quejándote, lamentándote? ¿O prefieres ver cómo se te escapa la vida?, ¡Vamos, adelante! ¡Ya que estás en este mundo, vive! ¡Sal de tu mundo gris que la vida está llena de colores!

Al principio de una enfermedad o accidente es duro, muy duro, durísimo diría yo, aceptar el marrón que te ha caído encima, se te derrumba la vida, tus sueños, tus ilusiones y te preguntas mil veces ¿por qué a mí? Pero eso es algo que no tiene respuesta, te ha tocado y punto, no sabes qué hacer, no sabes cómo afrontar esa nueva vida, lloras hasta quedar sin lágrimas.

Los que están a tu alrededor tratan de animarte pero tú no quieres oír a nadie, piensas que nadie te entiende, crees que la muerte es tu única solución, es muy duro oírlo pero es así, estás tan desesperado que no ves ninguna salida. Es que es muy fuerte esto y hay que ser muy fuerte para poder soportarlo.

Que de pronto te encuentres atrapado en un cuerpo que no te responde ¡tiene migas! Que te mires al espejo y odies lo que ves, te sientes horrible, te sientas inferior a los demás, no encuentras ningún sentido a la vida, te encuentras inmerso en un estado de desesperación del cual solo piensas, piensas, piensas…

Tu cabeza te va a estallar de tanto pensar, estás tan sumergido en ti que no ves más allá de tu situación, de tus problemas, de tu vida actual, solo tú.

Hasta que llega el día en el cual reaccionas, tus ojos ya están secos de tanto llorar, te das cuenta de que existen más cosas aparte de tus problemas, ves que ese rencor, esa ira, ese odio por ti y por la vida que llevas por dentro, no sirve para nada tenerlo, que así no se soluciona nada, que el único perjudicado eres tú.

Te consuelas pensando que la vida te ha brindado otra oportunidad, que hay que considerarse unos privilegiados, que hay que aprovecharla que no todo el mundo tiene esa suerte de estar vivo, que hay que vivir lo mejor que se pueda, que tus limitaciones no son obstáculos para disfrutar de lo que a uno le guste, ¡que ya basta de auto compadecerte! ¡Que eso no sirve para nada, que ya está bien de tanto pasarlo mal! ¡Ahora toca vivir y ser feliz!

Os digo todas estas cosas con conocimiento de causa, ya lo sabéis. A mí por desgracia, con lo que me ha tocado vivir, aprendí muchísimo y me cambió la perspectiva de ver la vida, (claro que me ha costado mucho tiempo asimilar esto), le doy importancia a lo que realmente la tiene, aprecio mucho los pequeños detalles como ver un amanecer, ver la luz del sol, ver las estrellas, ver que cada día me despierto y que tengo un día más de vida el cual tengo que aprovechar.

Valoro muchísimo la amistad y los gestos y palabras amables de los demás, me he dado cuenta de que con alguna discapacidad también se puede ser feliz, y de que cuando me miro al espejo, me gusta lo que veo, y de que la vida se ha encargado de cambiar mis sueños pero no de mi capacidad de luchar por ellos, y que mi discapacidad no me define como persona, que es mi carácter quien lo hace, y que me siento viva.



“Nadie dijo que fuera fácil vivir la vida, pero merece la pena”.

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