miércoles, 27 de enero de 2016

FRIEDRICH NIETZCHE Y EL SUPERHOMBRE

Filósofo alemán, nacionalizado suizo. Su abuelo y su padre fueron pastores protestantes, por lo que se educó en un ambiente religioso. Tras estudiar filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, a los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea; pocos años después, sin embargo, abandonó la docencia, decepcionado por el academicismo universitario. En su juventud fue amigo de Richard Wagner, por quien sentía una profunda admiración, aunque más tarde rompería su relación con él.

La vida del filósofo fue volviéndose cada vez más retirada y amarga a medida que avanzaba en edad y se intensificaban los síntomas de su enfermedad, la sífilis. En 1882 pretendió en matrimonio a la poetisa Lou Andreas Salomé, por quien fue rechazado, tras lo cual se recluyó definitivamente en su trabajo. Si bien en la actualidad se reconoce el valor de sus textos con independencia de su atormentada biografía, durante algún tiempo la crítica atribuyó el tono corrosivo de sus escritos a la enfermedad que padecía desde joven y que terminó por ocasionarle la locura.

Los últimos once años de su vida los pasó recluido, primero en un centro de Basilea y más tarde en otro de Naumburg, aunque hoy es evidente que su encierro fue provocado por el desconocimiento de la verdadera naturaleza de su dolencia. Tras su fallecimiento, su hermana manipuló sus escritos, aproximándolos al ideario del movimiento nazi, que no dudó en invocarlos como aval de su ideología; del conjunto de su obra se desprende, sin embargo, la distancia que lo separa de ellos.

Entre las divisiones que se han propuesto para las obras de Nietzsche, quizá la más sincrética sea la que distingue entre un primer período de crítica de la cultura y un segundo período de madurez en que sus obras adquieren un tono más metafísico, al tiempo que se vuelven más aforísticas y herméticas. Si el primer aspecto fue el que más impacto causó en su época, la interpretación posterior, a partir de Heidegger, se ha fijado, sobre todo, en sus últimas obras.

Sin embargo también cree que la mediocridad es necesaria, porque es el medio para que aparezca el hombre superior.

El hombre superior no tendrá como objetivo dirigir a las masas, que son los nuevos bárbaros, sino que serán las masas las que deberán sentar las bases para que el hombre superior pueda dirigir su propia vida y hacer posible el surgimiento de más hombres superiores.

Nietzsche propone como meta el mito del superhombre porque entiende que el hombre debe ser superado. El hombre es como un puente entre el animal y el superhombre y en el medio hay un abismo en el que puede caer.


No significa que el superhombre surja por evolución sino como el propósito de su voluntad, o sea el sentido de la tierra.
El superhombre sólo será posible si los hombres excepcionales se atreven a transformar todos los antiguos valores y a crear nuevos, a partir de su propia vida como ser excepcional y con su poder fecundo.


Ese superhombre será como un César romano con el alma de Cristo o como Goethe y Napoleón en uno sólo, o como un dios epicúreo; profundamente culto, bello, poderoso pero tolerante, fuerte, libre e independiente, capaz de aceptar el Universo y la vida como es.
Zarathustra, el personaje de su famosa obra, es el profeta del superhombre y el maestro de la doctrina del eterno retorno, la más elevada forma de afirmación a la vida que haya existido jamás.
El eterno retorno no como una idea deprimente sino como prueba de aceptación a la vida.

En el eterno retorno que propone Nietzsche, tanto el hombre excepcional como el inferior volverán infinitas veces a su propio yo, a vivir la misma vida en forma idéntica en todos los aspectos, hasta en los más mínimos detalles.
Esta idea del eterno retorno la fundamenta con el principio de conservación de la energía.

Si se considera al mundo como un conjunto determinado de fuerza o energía, con un número determinado de centros de fuerza, el mundo tiene que ser el proceso de un número determinado de sucesivas combinaciones de centros en un tiempo finito, pero en un tiempo infinito se deberían dar las infinitas combinaciones posibles.
Todo lo existente se repite, pero siempre habrá combinaciones nuevas en un tiempo infinito.

La teoría del eterno retorno de Nietzsche le permite crear una imagen del ser en el flujo del devenir sin que trascienda al universo.
Nietzsche crea un nuevo concepto del más allá, con la posibilidad de vivir la vida nuevamente en forma idéntica para siempre.

La teoría del eterno retorno parece ser incompatible con el concepto de superhombre, porque lo elimina como objetivo final, en un proceso de repetición de vidas en forma infinita.
Las ideas de Nietzsche han servido para que se elaboren muchas interpretaciones, a cada uno, para llevar harina a su propio molino.

Esta multiplicidad de interpretaciones se debe a que sus obras más importantes fueron escritas como aforismos, que fuera de contexto favorecen las controversias.
Con todo, Nietzsche fue un filósofo profundo y profético que tuvo muchas ideas precursoras en el campo de la psicología, como su teoría sobre las motivaciones e ideales humanos y su concepto de sublimación.

La voluntad de poder de Nietzsche, como la clave de la psicología humana, la vemos en la teoría psicoanalítica de Alfred Adler; y a juzgar por los acontecimientos ocurridos en el siglo XX, como las guerras mundiales y la aparición de los nuevos bárbaros, no podemos negar que tuvo una clara visión profética.
Al rechazar la idea de un mundo creado por un Dios trascendente con un propósito, le brinda al hombre, como ser que crea valores y que le da sentido al mundo, la libertad de elegir su propósito en la vida.
La postura de Nietzsche no proporciona ninguna salida a la crisis del hombre moderno que ha perdido la fe, como tampoco le sirvió a él para su propia crisis existencial.

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