LA
CULTURA EN MÉXICO: LA LITERATURA
Por
Rafael Catalán Valdés
La generación de la revista Tierra Nueva (
1940-1942) se propuso conciliar la tradición con la modernidad. Fueron sus exponentes mas distinguidos Alí
Chumacero y Jorge Gonzalez Durán,
poetas; el ensayista e
historiador Leopoldo Zea y el crítico
José Luis Martinez, cuyas antologías, monografías, prólogos y notas son
indispensables para la comprensión historica del fenómeno literario. Fuentes de primera importancia son sus
libros Literatura mexicana siglo XX
( 2 vols., 1949-1950 ), La expresión nacional. Letras mexicanas del siglo XIX ( 1955 )
y El ensayo mexicano moderno ( 2
vols., 1958 ).
A partir de 1940 ocurrió un considerable
aumento en la actividad literaria, manifiesto en la proliferación de revistas y
en el surgimiento de nuevos valores:
Rueca (1941-1952), donde
escribieron María del Carmen
Millán, Margarita Michelena, Rosario
Castellanos y Guadalupe Amor, entre otras;
Espiga (1944-1945), medio de expresión de Fedro Guillén, Wilberto Cantón y Bernardo Jimenez
Montellano; Et caetera (1950 – ) en Guadalajara, donde se dieron a conocer Juan José Arreola,
Juan Rulfo, Adalberto Navarro Sanchez y Emmanuel Carballo, por mencionar tan
solo a algunos.
En la quinta década del siglo XX
iniciaron su producción los poetas Rubén Bonifaz Nuño, Jaime García Terrés, José Cárdenas Peña, y las poetisas María Luisa Hidalgo, Dolores Castro,
Margarita Paz Paredes y Gloria Riestra.
Cuando ya la novela de la Revolución parecía haber agotado sus posibilidades,
apareció en 1947 Al filo del agua de Agustín Yañez, quien
enfocó el asunto desde la perspectiva del realismo crítico, lo cual le permitió
sobrepasar lo anecdótico para llegar a niveles mas profundos y complejos. Antes
había publicado evocaciones y relatos de gran riqueza imaginativa; despues emprendería la magna tarea – a menudo interrumpida por sus actividades
de Gobernador y de Secretario de Estado- de caracterizar a la sociedad de su
tiempo en una serie de novelas : La
creación (1959), Ojerosa y pintada (
1960), La tierra pródiga ( 1960 ), Las
tierras flacas ( 1962 ) y Las vueltas del tiempo ( 1973 ) .
Otros dos jaliscienses advinieron en esos
años al magisterio de las letras: Juan
José Arreola, cuya divisa es la
perfección, construyó un nuevo tipo de cuentos, inspirados en sus lecturas y no
en la realidad, publicados en Varia
invención ( 1949) y en confabulario ( 1952).
Mas tarde manejó símbolos poeticos
( Bestiario, 1949 ) y reunió
en La feria ( 1963) sus recuerdos
de Zapotlán, “arrebatados al olvido
gracias al poder de la palabra “. Juan
Rulfo, a su vez, sacó a luz el mundo
interior de los pobladores rurales en los quince cuentos de El llano en llamas ( 1953 ) y aun
consiguió penetrar al universo
metapsíquico en la novela Pedro
Páramo (1955), obra maestra del
realismo mágico.
En los
años cincuentas cobraron notoriedad las novelas de Ramón Rubín, Ricardo Pozas y Carlo Antonio Castro, de inspiración indigenista, y las de Luis
Spota; las obras de teatro de Luis G. Basurto, Cantón
y Edmundo Báez; los ensayos de
interpretación filosófica de Emilio Uranga,
Luis Villoro, Jorge Portilla y
Ricardo Guerra; los textos
sociológicos de Pablo Gonzalez Casanova
(hijo), y los vehementes
reportazgos y ensayos
de Mario Gil, Fernando
Jordán, Fernando Benitez, Luis Suarez
y Antonio Rodriguez.
La suma y réquiem de la Revolución, como telón de fondo de un relato, iba a lograrlos Carlos Fuentes en
La región mas transparente (1958), novela de temo urbano cuyo
género no se había explotado hasta entonces con tanto éxito, y en La muerte de Artemio Cruz (1962 ),
donde narra, recogiendo las
evocaciones de 12 horas de agonía, el
inicio circunstancial, el ascenso, la riqueza y el fín de su personaje, que bien puede identificarse con la burguesía.
A
partir de ese entonces la narrativa mexicana parece inclinarse cada vez mas
hacia la disección de los procesos introspectivos en los que el hombre se
concibe como un ente aislado: sus
estados de ánimo ya no coinciden con las circunstancias exteriores, su lenguaje resulta ambiguo para el nebuloso destinatario y sus acciones no trascienden. Este desolado mundo está reproducido con
preciosismo formal, con la elección cuidadosa de los vocablos y los giros, con
la audacia que se requiere para utilizar
técnicas trasplantadas ya no solo de
Europa, sino tambien de Estados Unidos.
Han escrito asimismo novelas de tema
urbano: Alberto Ramirez de
Aguilar, Maruxa Villalta y Sergio
Galindo; y de ambiente rural: Rosario Castellanos, María Lombardo de Caso, Armando Ayala Anguiano y Alberto Bonifaz
Nuño; obras de teatro: Emilio Carballido, Sergio Magaña, José Ignacio Retes, Jorge Ibargüengoitia y Hector Azar ; cuentos y relatos: Gastón García Cantú, José de la Colina,
Edmundo Valadés, Salvador Reyes
Nevares, Elena Garro, José Emilio Pacheco, Tomás Mojarro y Eraclio Zepeda.
A partir de los años sesentas, la
literatura mexicana se ha diversificado considerablemente. El país entró de lleno a la modernidad
y ello se reflejó en la expresión
literaria. El ambiente se cargó de
signos novedosos, de velocidades
imprevistas; al mismo tiempo se hicieron
mas patentes las desigualdades sociales y el escritor se sensibilizó, en mayor o menor medida, frente a esos contrastes que hacen de México
un país en vías de desarrollo. Los temas
urbanos – sobre todo despues de la
primera obra de Carlos Fuentes – adquirieron dentro de la narrativa una
preeminencia casi absoluta.
La poesía resintió menos esa
transformación; pero de cualquier modo,
la intensa circulación cultural afectó a la lírica mexicana,
que amplió el espectro de su mundo temático y abandonó el “tono menor”
que desde el siglo XIX la había asediado y definido. En el teatro la literatura mexicana sufrió en
esos años una baja sensible de producción, y solo contados autores
destacan. En acusado contraste, el
periodismo literario se practicó con intensidad, y el ensayo apareció como un
medio cultural cuya puesta en práctica se volvió cada día mas apremiante.
Estimados lectores: En el próximo artículo de este capítulo
dedicado a la cultura en México terminaremos con el tema. Su naturaleza tan extensa ha hecho imposible el profundizar mas, pero creo que nos acercaremos al objetivo
buscado: Despertar el interés por la cultura en quienes siguen este blog y que, por una u
otra razón, no han estado cerca de este apasionante campo del saber
humano. Ojalá que algunos de mis cuatro o cinco lectores sientan, primero, curiosidad,
y despues, interés, por leer mas
y mejor. Por conocer a los grandes pintores… A los
grandes compositores… A los grandes escritores…
Y , creanme, la cultura
mexicana tiene mucho que ofrecer… Y los mexicanos tenemos mucho de que estar orgullosos.
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