CLASIFICACIÓN DE LA NARRACIÓN
En la actualidad se distinguen dos tipos de narraciones: informativa y expresiva o literaria. Si el autor cuida la fidelidad del contenido, la narración es informativa; pero si le preocupa más la forma, la narración es expresiva.
NARRACIÓN INFORMATIVA
Los elementos esenciales y estructurales son los mismos mencionados anteriormente.
CARACTERÍSTICAS DE LA NARRACIÓN INFORMATIVA.
· En ella hay predominio del contenido
· Su relato es objetivo
· En su contenido sólo hay intenciones denotativas.
ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE LA NARRACIÓN
LA MUERTA Y OTRAS SORPRESAS
AUTOR: MARIO BENEDETTI
EL OTRO YO
INTRODUCCIÓN:
“Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban
rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos en la
nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo, menos en una
cosa: tenía otro yo.
El otro yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices,
mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le
preocupaba mucho su otro yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por
otra parte, el otro yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan
vulgar como era su deseo.
DESARROLLO:
Una tarde, Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó, el otro yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al otro yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio, la muerte del otro yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero en seguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
CONCLUSIÓN
Sólo lleva cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vió que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable.”
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el otro yo”.
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