lunes, 25 de enero de 2016

FORMAS DE LA DESCRIPCIÓN.



FORMAS DE LA DESCRIPCIÓN.


Se han organizado las diversas formas de la descripción poniendo de manifiesto la forma en la que el autor organiza sus ideas para expresar sus intenciones. Aquí trataremos las que se consideran principales o más empleadas,

son:

-El carácter -El cuadro - La cronografía. –El paisaje -La visión -El retrato.

-El carácter. Describe las costumbres, tradiciones, formas de actuar;

destaca los defectos o cualidades de los distintos pueblos, ciudades, países, grupos

de personas o personas individuales.

El escritor Carlos Elizondo en su libro Esta es mi sangre hace la

siguiente descripción, destacando la tradición en la celebración de las fiestas de

diciembre en Oaxaca.

“Y ya para entonces habían dado principio las nueve posadas, las procesiones de los peregrinos que salían a cantar y a pedir albergue, las piñatas y los bailes, hasta que llegaba la noche de los rábanos, cuando el mercado principal se llenaba de flores y de frutas, pero sobre todo la gran cantidad de rábanos cortados en escamas muy llamativas.

Luego llegaba la navidad, con la misa de gallo, el júbilo generalizado para celebrar el advenimiento del niño-Dios, que aunque allá en Belén nació en la mayor pobreza, aparecía en Oaxaca cubierto con manteles ricamente bordados, acostado en un lecho de musgo acogedor, rodeado de borreguitos, el buey, la mula, los peregrinos y los pastores para que los miembros de las cofradías y las hermandades vinieran a rendirle honores y a cantar sus alabanzas, entre nubes de incienso y el insistente repicar de las campanas.

Y finalmente llegaba la noche del Año Nuevo, en la que todos, hasta los más pobres, se daban el lujo de cenar bien a su manera, y en el corazón de los oaxaqueños surgía la esperanza de un año mejor, pródigo en favores que vendrían del cielo.”

El cuadro. Se le llama de ésta manera porque se compara con el trabajo artístico que realiza un pintor, ya que resalta objetos, o sucesos o hechos empleando un lenguaje vivo, impactante, fuerte, semejante a grandes trazos o pinceladas; pero el escritor lo hace usando las palabras.

El siguiente párrafo, tomado del libro Los pescadores de ballenas, nos muestra un ejemplo de esta descripción, de tal manera que quien lo lea, se imagine un conjunto de elementos enmarcados, y las palabras resaltando y dándoles vida.

“La extensión ya considerable del campo se ha triplicado por el continuo avance de los hielos transportados por la corriente polar hacia la costa americana.

Hasta donde alcanza la vista no se ve otra cosa que altísimos ice-bergs de todas las formas posibles é imaginables; algunas agujas de una sola pieza, terminadas en agudísima punta que brilla de un modo extraño en la semiobscuridad; otros bloques de hielo ladeados con inclinación peligrosa que amenazan caer sobre el campo de hielo; acá y acullá enormes taladros que semejan agujeros abiertos en las heladas moles por barrenas gigantescas; cúpulas inmensas, enteras las unas, derribadas en parte las otras por la poderosa presión del hielo; columnas de soberbias proporciones que se elevan rígidas por un prodigio de equilibrio; conos fantásticos y pirámides tan elevadas como las famosas de Egipto, y allá, en el fondo, arcos y masas imponentes amontonadas confusamente como ruinas de edificios grandiosos derribados por un tremendo cataclismo.”

La cronografía. Palabra derivada del griego cronos, que significa “tiempo”, y resalta una serie de hechos o acontecimientos que transcurren en un lapso de tiempo, destacando en ella aspectos como: días de lluvia, soleados, el transcurrir de las horas, etc. Juan Rulfo en el cuento “En la madrugada”, destaca la siguiente descripción, como un ejemplo claro de una cronografía:

“San Gabriel sale de la niebla húmedo de rocío. Las nubes de la noche durmieron sobre el pueblo buscando el calor de la gente. Ahora está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollando su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados. Un vapor gris, apenas visible sube de los árboles y de la tierra mojada atraído por las nubes; pero se desvanece en seguida. Y detrás de él aparece el humo negro de las cocinas, oloroso a encino quemado, cubriendo el cielo de cenizas.

Allá lejos los cerros están todavía en sombras.

Una golondrina cruzó las calles y luego sonó el primer toque del alba.

Las luces se apagaron. Entonces una mancha como de tierra envolvió al pueblo, que siguió roncando un poco más, adormecido en el calor del amanecer.”

El paisaje. Lo identificamos porque destaca todos aquellos elementos que se pueden encontrar, apreciar, o ver en un espacio o extensión de terreno.

Cabe destacar que cuando hablamos de la palabra “paisaje”, nuestra mente genera la idea de montañas, árboles, ríos, cascadas, pastos verdes y algunos pájaros; pero también puede ser un paisaje una vecindad, un desierto, o un conjunto de centros comerciales ubicados en el centro de una ciudad rodeados por grandes estacionamientos, o sea un paisaje urbano.

Como un ejemplo de esta descripción tenemos la siguiente; tomada del libro Estado de Oaxaca, donde se destacan algunos elementos comprendidos en el conocido centro histórico de nuestra ciudad.

“Toda visita al centro histórico de Oaxaca debe comenzar, valga la

redundancia, en la parte central. Aquí se congregan la historia y las tradiciones; los

viejos edificios y las nuevas generaciones, que reescriben diariamente la historia de

la entidad. Por eso, los Portales, el zócalo y la Alameda son puntos de reunión para

todo aquel que quiera vivir plenamente la ciudad.

La alameda de León tiene frondosos y viejos árboles, bajo cuyas sombras

los oaxaqueños se refrescan durante el calor del mediodía o se sientan a descansar

antes de volver a sus casas al anochecer. En su entorno observamos las casas bajas,

macizas, hechas para resistir los temblores tan frecuentes en esta zona; en esta

parte de la ciudad, la mayoría de las edificaciones son de verde cantera, por lo que

se conoce a la ciudad como la Verde Antequera. En honor al héroe de la

Independencia, don Antonio de León, cuya estatua de bronce, réplica tomada de la

galería de los insurgentes del Paseo de la Reforma de la ciudad de México, se

encuentra en el centro de este bello jardín.”

La visión. 
Describe como puede ser un hecho o la suerte de una persona a futuro, emplea predicciones, mensajes, profecías, o situaciones en las cuales se puede ver a sí misma contemplando su futuro o el de otras personas. El siguiente texto escrito por San Vicente Ferrer y tomado del libro El fin del mundo, de Joaquín Gómez Burón, muestra claramente un ejemplo de visión:

“Los días están ya a las puertas. Veréis una señal y no la conoceréis, pero

advertir que en aquel tiempo las mujeres vestirán como los hombres y se portarán

según sus gustos y licenciosamente y los hombres vestirán vilmente como las

mujeres”.xii

Fueron numerosos los sermones en los que alerta sobre el fin del

mundo, siendo San Vicente Ferrer un religioso de gran prestigio, escribió en su

época: “que cuando los hombres no se distinguieran de las mujeres en la manera

de vestir- dijo- pensad que tenéis encima el fin de los tiempos”.

El retrato. Se le llama así porque el descriptor resalta las características

físicas de una persona; pero no basta con resaltar su forma de vestir, caminar o la

textura de sus manos , hay que ir a los rasgos interiores como el carácter o el

temperamento, destacando los rasgos que definen al personaje. Combina la

prosopografía y la etopeya, formas de descripción que veremos más adelante.

Algunos autores coinciden que el retrato como forma descriptiva, también

puede aplicarse a los animales aunque de una manera muy general.

Taylor Caldwell, hace una bella descripción de retrato en su libro Gloria

y esplendor:

“Aspasia se apoyaba en las rodillas de su madre y comía satisfecha un

pastelito relleno de semillas de amapola, miel y piel de cidra. Acilia sonrió al

contemplar los grandes ojos castaños de su hija, llenos de luces misteriosas y

chispas brillantes y sombreados por pestañas doradas, muy largas y rizadas. El

cabello de la niña, que le llegaba hasta la cintura, parecía una red de suaves hilos

de oro. Sus rasgos eran delicados e insinuaban una creciente madurez, aunque sólo

tenía seis años. Cuando sonreía como ahora, sus mejillas de tono suave se llenaban

de hoyuelos que aparecían y desaparecían en torno a los labios, de un intenso color

escarlata. Había en ella un encanto fascinador, cierto embrujo.”

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