sábado, 23 de enero de 2016

LA MALA PRENSA DE LA PRENSA


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La mala prensa de los periodistas en las novelas y, sobre todo, en las policiacas. El reportero es esa persona sin corazón, que solamente busca las miserias humanas como carne de cañón con las que alimentar sus cerebros morbosos.

El periodismo fue considerado durante mucho tiempo como el acompañante menor de la escritura (los literatos que no llegaban a eso, se consolaban con escribir en la prensa o haciendo reseñas de libros en los que dejaban escapar sus aspiraciones literarias) y hoy en día, las tornas no han cambiado mucho. Tras una época de esplendor para la prensa, actualmente volvemos a verlos de forma negativa. La sociedad habla y la literatura critica un arte que parece que no lo es tanto.

Para demostrar lo dicho en este comentario, he escogido al azar tres obras en las que se ve la figura de la prensa de capa caída. No quiero saturar al lector, pero os invito a que sigáis leyendo las citas que menciono a continuación:

De la obra Milena o el fémur más bello del mundo, de Jorge Zepeda
“Los mejores periodistas y editores han emigrado a otras áreas, a proyectos personales. La crisis económica de los diarios y los recortes provocaron un canibalismo terrible al que solo sobrevivieron los más mediocres”.

“Los periodistas nos hemos convertido en una subclase de la clase política, en un espejo de los funcionarios, y en consecuencia acabamos haciendo el diario para ellos. Con razón la gente nos ha dejado de leer”.

“Dicen que los periodistas comienzan queriendo cambiar el mundo y terminan buscando ser directores de periódicos o jefes de sección”.

De la obra La mirada de los ángeles (octavo libro de la saga Los crímenes de Fjallbacka), de Camilla Lackberg
“Muchos periodistas hacían un trabajo mediocre. Se limitaban a rasgar la superficie y si, por casualidad, hacían una pregunta inteligente, se abstenían de seguir abundando en ella…”

“El periodismo poco profesional siempre es igual de irritante. Me citan mal, me interpretan mal, y todo el artículo está lleno de insinuaciones”.


“Todos esos periodistas liberales, cronistas y sabiondos que creían que comprendían cómo funcionaba el mundo”.

De El invierno del mundo, de Ken Follet
“La gente joven se imagina el periodismo como una profesión llena de glamour y que no entiende que requiere de un gran esfuerzo y dedicación” (enfoque positivo).

“Estaría bien, siempre que no te plantees el periodismo como carrera. Eso sería caer muy bajo”.

“Ese era el lugar predilecto de los periodistas, que lo frecuentaban con la esperanza de hacerse con algún chismorreo”.

“Tampoco había auténticos periodistas, solo aduladores serviles”.
Pongo estos ejemplos para fomentar la reflexión. Está claro que la literatura siempre es heredera del ambiente en el que se crea y, si a día de hoy, vivimos en el fango y tenemos en tan mala consideración el oficio del periodista, así se manifiesta también en la ficción.

Resalto estos ejemplos, pero podría resaltar otros muchos, ya que la prensa atraviesa una época de mala prensa, y nunca mejor dicho. Puede parecer una evidencia pero no me gusta generalizar ya que, incluso en los malos tiempos, hemos contado con periodistas tan magníficos como Ryszard Kapuscinski y con Roberto Saviano, con Antonio Salas, y con Günter Wallraff, con muchas personas que han renunciado a su vida para hacer de esta profesión la clave del avance de la democracia: la honestidad, el intentar ir más allá de lo que dictan fuentes oficiales, la valentía, y tantas otras virtudes que a veces no se dejan ver en medio de tanto fango y basura.

¿Y vosotros que creéis?

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