Víctimas silenciosas de la
violencia familiar
Son miles las víctimas
silenciosas que viven cotidianamente la violencia familiar. Día a día, menores,
adolescentes, mujeres y ancianos sufren la crueldad de otros familiares. Lo peor de esta realidad es que este silencio
es acompañado de su entorno social.
Cuando ya es inevitable que se manifieste la brutalidad de la violencia
extrema, se rompe el silencio y es cuando nos enterarnos, nos asombramos y
reaccionamos escandalizados, sin reflexionar que en muchas ocasiones hemos sido
responsables, testigos y hasta cómplices de esta violencia.
El primer descubrimiento de
violencia familiar que salió a la luz pública fue el maltrato infantil,
posteriormente la violencia matrimonial (contra las mujeres) y por último: la
violencia contra los ancianos.
Desde siglos atrás ha
existido la violencia familiar, pero, ¿por qué ha sido su descubrimiento tan
lento y reciente? Lo primero que debemos entender para responder a esta pregunta es que los
problemas más sociales no existen por sí solos.
Somos nosotros como sociedad
quienes determinamos cuándo ciertas condiciones sociales se convierten en
problema social; en otras palabras: un
problema social como la violencia familiar no existe para una sociedad hasta
que esa sociedad lo reconoce como tal. Es por ello que apenas empezamos a dar
atención a las distintas formas de violencia familiar.
Nuestra sociedad no puede
ser saludable en tanto haya padres y familias que niegan las crueldades
aplicadas a niños indefensos, abusos y
humillaciones a los adolescentes, amenazas e insultos a las mujeres y
tratos despiadados a los ancianos. Es
inevitable que quienes reciben maltrato, poco a poco se les va mutilando el
espíritu. Por otro lado, señalar el
problema no nos revela de la responsabilidad de poner en práctica verdaderas
soluciones.
Debemos empezar por averiguar
lo que podemos cambiar y lo que debemos hacer en nuestra familia para disminuir
la incidencia de la violencia. Esperar una cura milagrosa para combatir la
violencia es un acto de inutilidad y egoísmo.
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