Porque la escuela es un
ámbito donde los niños pueden adquirir y
desarrollar los recursos y las estrategias lingüísticas necesarias para superar
la desigualdad comunicativa y es responsable de la enseñanza de los géneros más
formales, como la exposición, el debate, la entrevista, etc., géneros que no se
aprenden espontáneamente sino que requieren una práctica organizada. Por eso
los trabajos con la lengua oral en el aula deben combinar la comunicación
espontánea con el trabajo sistemático de diferentes tipos de textos.
Estrategias
Convertir el aula en escenario
comunicativo implica asumir que “únicamente con el uso o con estar expuesto al
lenguaje de otros no basta (sino que) hace falta una actuación intencional y
adaptada por parte de quien domina el lenguaje en ayuda de quien tiene que
adquirirlo. Estas ayudas constituyen estrategias de intervención” (Sánchez Cano
y del Río, 1995).
Las estrategias pueden estar
orientadas a:
Fomento de la comunicación a
través de diferentes estructuras de habla: docente que habla a todo el grupo o
a grupos pequeños, docente que habla a un niño individualmente, intercambios
lingüísticos de niño a niño en trabajo de a pares, niño que se dirige a un
pequeño grupo o a la clase en su totalidad. Estos distintos auditorios exigen
la creación de diferentes atmósferas, reglas y procedimientos claros para
facilitar la comunicación oral y hacer que todos los alumnos participen por
igual. El docente entonces debe incluir en sus planificaciones estas
oportunidades de intercambios lingüísticos orales y diseñar actividades al
respecto.
Negociación de los contenidos
comunicativos. Al negociar se puede hablar acerca de los temas de interés para
los alumnos, sobre los cuales “tienen cosas que decir”.
Creación de rutinas interactivas.
Pautas para iniciar o cerrar determinadas tareas, rutinas de saludos,
bienvenidas, despedidas, agradecimientos, etc.
Aprendizaje cooperativo. Trabajo
en pequeños grupos heterogéneos con el fin de producir aprendizajes individuales.
Se comparten las metas y las recompensas, pero se dividen las tareas y los
roles, lo que da lugar al aprendizaje de habilidades interpersonales y sociales
para el desarrollo del repertorio lingüístico oral de los participantes:
orientar el trabajo del grupo; recibir órdenes; escuchar opiniones, ideas;
sintetizar propuestas; criticar ideas, opiniones, sin descalificar a las
personas que las emiten; alentar a otros; pedir justificaciones, dar razones;
defender puntos de vista, etc.
Estas estrategias de intervención
y tantas otras enunciadas en diferentes trabajos sobre la enseñanza escolar de
la lengua oral (Staab, 1992; Reyzábal, 1993) ponen énfasis en la importancia
que tiene el hablar y el escuchar a los otros para la comunicación; la exploración,
clarificación y organización del pensamiento; el desarrollo cognitivo y de la
personalidad; la integración social.
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