Dificultades involucradas en la
escolarización de las prácticas
Precisamente
por ser prácticas, la lectura y la
escritura presentan rasgos que obstaculizan su
escolarización: a diferencia
de los saberes
típicamente escolarizables –que se caracterizan por ser explícitos,
públicos y secuenciables-, estás
prácticas son totalidades indisociables, que ofrecen resistencia tanto al
análisis como a la programación secuencial, que aparecen como quehaceres aprendidos por participación en
las actividades de otros lectores y escritores e implican conocimientos implícitos
y privados.
En
consecuencia, no resulta sencillo determinar con exactitud qué, cómo y cuándo
aprenden los sujetos. Al intentar instaurar las prácticas de lectura y
escritura en la escuela, se plantean –en efecto- múltiples preguntas cuya
respuesta no es evidente: ¿qué se aprende cuando se escucha leer al maestro?,
¿en qué momento se apropian los niños del “lenguaje de los cuentos”?, ¿cómo
acceder a las anticipaciones o inferencias que los niños presumiblemente hacen
al intentar leer por sí mismos un texto?, ¿cuándo puede decirse que un alumno
ha aprendido a recomendar libros o a confrontar diversas interpretaciones?...
Por
otra parte, se trata de prácticas sociales
que históricamente han sido y en cierta medida siguen siendo patrimonio de
ciertos grupos sociales más que de
otros. Intentar que prácticas “aristocráticas” como la lectura y la escritura
se instauren en la escuela supone entonces enfrentar –y encontrar caminos para
resolver –la tensión existente en la institución escolar entre la tendencia al cambio y la tendencia a la conservación,
entre la función explicita de democratizar el conocimiento y la función
implícita de reproducir el orden social establecido.
LERNER, Delia. “Leer y escribir en la
escuela. Lo real, lo posible y lo necesario”. Fondo de Cultura económica.
Segunda reimpresión. México, D.F. 2004.
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