martes, 26 de enero de 2016

El malestar en la cultura

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Creemos que somos el centro de todo sin darnos cuenta que estamos dentro de él.

Al nacer el niño cree que el todo es el yo, y con el tiempo se va dando cuenta de que hay cosas que no le pertenecen, se da cuenta que existe entonces un yo interior con la psique y un exterior que es lo originado por el mundo, con todo esto el pequeño comienza a darse una idea de la realidad.

El pasado puede subsistir en la vida psíquica, pero no en lo material, porque éste siempre va a cambiar y a yuxtaponerse con otros elementos que irán dejando por debajo al primer pasado hasta llegar a lo actual. La religión es un claro ejemplo ya que es psíquica porque persiste a lo largo del tiempo y la mayoría de la sociedad pertenece a una religión, lo que no persiste son sus instrumentos, aquellos que cambian o evolucionan como los templos, biblias, imágenes etc. La religión juega un papel importante ya que nos marca libertades, y frenándonos.




Lo que busca el hombre en esta vida es inmaterial: la felicidad, “un sentimiento sólo puede ser una fuente de energía si a su vez es expresión de una necesidad imperiosa” (Freud, 1930) quiere evitar el dolor, el desplacer, pero a la ves también experimenta sensaciones placenteras y por consiguiente para llegar a la felicidad tenemos que sentir el sufrimiento que nos ataca del yo interno y del externo.

¿Estamos sufriendo y no nos damos cuenta?
Creo que la felicidad depende de cada individuo, que concepto tenga de esta y que interpretación le dé, ya que lo que es felicidad para una persona para otra no lo sea. La felicidad se puede encontrar por varios caminos: por la intoxicación del cuerpo, crea q nuestro cuerpo tenga sensaciones nuevas de nuestro agrado; la satisfacción, cuando se cura la angustia que nos representa algún problema; el placer, cuanto complacemos alguna necesidad. La religión juega un papel importante ya que nos marca libertades, y frenándonos a hacer las cosas que nos causan felicidad pero que nos restringen las normas.

El amor nos lleva a la felicidad, pero cuando amamos estamos abiertos al sufrimiento, ya que cuando algo pierde valor amoroso dejamos de amar o nos dejan de amar caemos al sufrimiento.



Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. 70.

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