El
malestar en la cultura
.
Creemos que somos el centro
de todo sin darnos cuenta que estamos dentro de él.
Al nacer el niño cree que el
todo es el yo, y con el tiempo se va dando cuenta de que hay cosas que no le
pertenecen, se da cuenta que existe entonces un yo interior con la psique y un
exterior que es lo originado por el mundo, con todo esto el pequeño comienza a
darse una idea de la realidad.
El pasado puede subsistir en
la vida psíquica, pero no en lo material, porque éste siempre va a cambiar y a
yuxtaponerse con otros elementos que irán dejando por debajo al primer pasado
hasta llegar a lo actual. La religión es un claro ejemplo ya que es psíquica
porque persiste a lo largo del tiempo y la mayoría de la sociedad pertenece a
una religión, lo que no persiste son sus instrumentos, aquellos que cambian o
evolucionan como los templos, biblias, imágenes etc. La religión juega un papel
importante ya que nos marca libertades, y frenándonos.
Lo que busca el hombre en
esta vida es inmaterial: la felicidad, “un sentimiento sólo puede ser una
fuente de energía si a su vez es expresión de una necesidad imperiosa” (Freud, 1930) quiere evitar el
dolor, el desplacer, pero a la ves también experimenta sensaciones placenteras
y por consiguiente para llegar a la felicidad tenemos que sentir el sufrimiento
que nos ataca del yo interno y del externo.
¿Estamos sufriendo y no nos
damos cuenta?
Creo que la felicidad
depende de cada individuo, que concepto tenga de esta y que interpretación le
dé, ya que lo que es felicidad para una persona para otra no lo sea. La
felicidad se puede encontrar por varios caminos: por la intoxicación del
cuerpo, crea q nuestro cuerpo tenga sensaciones nuevas de nuestro agrado; la
satisfacción, cuando se cura la angustia que nos representa algún problema; el
placer, cuanto complacemos alguna necesidad. La religión juega un papel
importante ya que nos marca libertades, y frenándonos a hacer las cosas que nos
causan felicidad pero que nos restringen las normas.
El amor nos lleva a la
felicidad, pero cuando amamos estamos abiertos al sufrimiento, ya que cuando
algo pierde valor amoroso dejamos de amar o nos dejan de amar caemos al
sufrimiento.
Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. 70.
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