El Hotel Danieli, un complejo de tres palacios de los siglos XIV, XIX y XX, con lámparas de cristal artesanal de Murano y columnas de mármol trabajado a mano, tiene un edificio principal construido por la familia Dandolo, que encabezó la conquista de Constantinopla y la caída del Imperio Bizantino. Es uno de los grandes hoteles del mundo que no sólo cuenta entre sus huéspedes a quienes vivieron casi dos años en su habitación número 10-Sand y Musset-, o Byron y Wagner, sino algunos contemporáneos como el director de cine Steven Spielberg, el compositor y director de orquesta, Leonard Bernestein o la curadora de arte Peggy Guggenheim -el apellido que también le da nombre al famoso museo de arte moderno de Venecia-, y otros grandes de la literatura, Goethe y Charles Dickens, Proust y Balzac, en cuya suite se filmaron varias escenas de la película El Turista protagonizado por Angelina Jolie y Johnny Deep en 2010.
Pero en Venecia, el único que entra en la categoría de Casanova y Lord Byron es Gabrielle d´ Annunzio, descrito como un megalónomo proto-fascista que ayudó a modelar la Italia dictatorial de Mussolini, cuyos ojos fueron descritos salvajemente en algún momento por la actríz francesa Sara Bernhardt como "pequeñas gotas de mierda". D'annunzio era evidentemente feo quien, sin embargo, antes de entrar en la vida política fue escritor y uno de los grandes seductores de esta isla. Estar casado no le impidió cambiar de cama y amante con excesiva regularidad, a quienes veían las mujeres, cuenta la leyenda, casi como bisexual: una poderosa virilidad combinada con una dulzura femenina. Presumía haber haber seducido a mil mujeres, muchas de ellas antes de 1889, cuando escribió El Placer, una novela decadente pero atrevidamente explícita de todo aquello que presumía.
D'annunzio era un plebeyo sin cuna de plata, como Casanova, el precursor de todas y todos quienes escribieron la historia de excesos sexuales de Venecia. Pero nadie como este símbolo que vivió aquí en el siglo XVIII, los años de las pasiones disolutas y el libertinaje. Casanova nació en la mejor calle posible que podía haberlo hecho, Comedia, muy cerca del Palacio Merati, donde vivieron su madre y sus hermanas, donde Casanova consumió noches eternas de pasión con la aristocracia veneciana. Este palacio es propiedad privada y actualmente no se puede visitar, pero no así Campo Mauricio -donde en un capricho de la vida se ubica ahí Acción Católica, una organización de laicos que promueve los valores morales-, que habitó el poeta pornográfico Giorgio Baffo, que tuvo una gran influencia sobre él.
El Gran Canal fue el centro de todo en una ciudad que en la Edad Media fue el centro del mundo. Nadie recogió jamás su pulso como el académico y político Pompeo Molmenti en su Historia de Venecia en su Vida Privada: "Los aristócratas iban frecuentemente acompañados por sus criadas y las intercambiaban con los caballeros, que las seguían en otra góndola, con guiños y sonrisas, atando intrigas de amor sobre esta única calle del mundo, entre palacios de mármol café, agua y un cielo con colores sonrientes ". Hoy nadie hace esto, pero con respecto a lo demás, la vida sigue.
Autor: Raymundo Riva Palacio
Agencia informativa Quadratin
D'annunzio era un plebeyo sin cuna de plata, como Casanova, el precursor de todas y todos quienes escribieron la historia de excesos sexuales de Venecia. Pero nadie como este símbolo que vivió aquí en el siglo XVIII, los años de las pasiones disolutas y el libertinaje. Casanova nació en la mejor calle posible que podía haberlo hecho, Comedia, muy cerca del Palacio Merati, donde vivieron su madre y sus hermanas, donde Casanova consumió noches eternas de pasión con la aristocracia veneciana. Este palacio es propiedad privada y actualmente no se puede visitar, pero no así Campo Mauricio -donde en un capricho de la vida se ubica ahí Acción Católica, una organización de laicos que promueve los valores morales-, que habitó el poeta pornográfico Giorgio Baffo, que tuvo una gran influencia sobre él.
El Gran Canal fue el centro de todo en una ciudad que en la Edad Media fue el centro del mundo. Nadie recogió jamás su pulso como el académico y político Pompeo Molmenti en su Historia de Venecia en su Vida Privada: "Los aristócratas iban frecuentemente acompañados por sus criadas y las intercambiaban con los caballeros, que las seguían en otra góndola, con guiños y sonrisas, atando intrigas de amor sobre esta única calle del mundo, entre palacios de mármol café, agua y un cielo con colores sonrientes ". Hoy nadie hace esto, pero con respecto a lo demás, la vida sigue.
Autor: Raymundo Riva Palacio
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