Quien conoce de Montessori o sabe cómo funcionan las escuelas, sabe que los niños cuando están en el ambiente (salón de clases), “trabajan”. No estudian, no juegan, sino trabajan. Trabajando es como ellos aprenden.
Muchos adultos (que no conocen el sistema) se sorprenden al escuchar esto y es cuando empiezan a hacerse las malas famas y los mitos de lo que es esta filosofía. ¿Por qué se asustan? Porque parten de la base de lo que significa trabajar para.
Hay quienes odian ir a trabajar. ¿Por qué? Lo más probable es porque no disfrutan su trabajo; en cambio, quienes sí lo disfrutan, no sienten que están trabajando porque lo que hacen, les llena, aprenden, conocen, se sienten productivos, además de claro, obtener resultados económicos.
Hay una frase muy famosa en inglés que dice: “Do what you love and you’ll never have to work a day in your life” (haz lo que te gusta y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida). Quizá para muchos esto es una utopía ya que por la situación en la que vivimos, la necesidad sobrepasa lo demás y podemos llegar a sentir que no nos queda de otra, pero también sé que muchos se esconden detrás de eso para ni siquiera intentarlo.
Una de las bases de la pedagogía de Maria Montessori (y que en realidad es un principio universal), es que a través del trabajo y de las actividades inteligentes, los niños se auto-construyen; cada cosa que aprenden, desde cómo peinarse o vestirse, hasta leer, escribir, sumar o restar, influye en la formación de su carácter, de su personalidad y claro, del desarrollo de su inteligencia.
Lo anterior es muy importante que los papás lo sepan porque muchas veces, con buenas intenciones y ánimos de ayudar a los niños, no les permitimos intentar hacer las cosas por sí mismos, y eso determina mucho de cómo serán en su vida. Podemos detectar las diferencias en carácter y personalidad que tienen los niños autosuficientes, que constantemente practican y aprenden a hacer las cosas por sí mismos, versus aquellos niños quienes nunca hacen nada solos.
Ahora, no estoy diciendo que el juego libre no sea importante, claro que lo es! Pero no necesitan jugar todo el día. Pueden jugar 30 minutos o 1 hora, y si les das la opción de volver a “trabajar”, la gran mayoría, la toma.
Y esto no tiene nada que ver con las vacaciones, porque hagamos lo que hagamos, y vayamos a la escuela que vayamos, a todos nos encanta tener esos momentos para descansar, para recargar nuestras baterías, para convivir con la familia u ocuparnos de algunas otras cosas pendientes. Pero, el descanso en exceso, también cansa!
Uno de los sentimientos más grandes de satisfacción para los seres humanos es sentirse productivos, es ver que nuestros esfuerzos producen resultados. Para los niños, es exactamente igual, sino es que más, por lo mismo que están en un proceso de creación.
¿Alguna vez han tenido la oportunidad de ver a un niño lograr algo? Lo que sea, desde caminar solo, amarrarse las agujetas, construir una casita, resolver una ecuación o hacer un pastel. Si lo han visto, sabrán que es un momento de gran satisfacción. Se les ilumina la carita con una enorme sonrisa y podemos ver el orgullo que sienten por sí mismos. Por eso María Montessori decía, “cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para su desarrollo”
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