jueves, 10 de diciembre de 2015

¡Facebook, págame!


Estamos acostumbrados a pensar y a exigir que la información sea gratuita, pero este ideal ha creado una industria que acumula sin costo la información y después la vende a precios extravagantes sin remunerar al proveedor. No me gusta.
     El conocimiento que ahorita tenemos de la naturaleza de la información es poco. Sólo sabemos que la información y la tecnología se complementan para servir nuestros deseos de comunicación. Pero pronto, esta curva de placer cambiará su rumbo y nos hará descender a un periodo de alto desempleo y el consecuente caos político y social.
     ¿Por qué lo digo?
     En la cúspide de su poder Kodak empleaba a más de 140 mil personas y su valor en el mercado era de 28 mil millones de dólares. Hoy Kodak no existe y la nueva cara de la fotografía es Instagram. Cuando Instagram se vendió a Facebook por mil millones de dolares, en 2012, tenía sólo 13 empleados. 
     Otro ejemplo es Blockbuster. En su apogeo en 2004, la compañia generó ingresos de 5 mil 900 millones de dólares y empleaba a 60 mil personas. Hoy, Blockbuster está en bancarrota mientras Netflix generá 6 mil millones de dólares anuales y emplea sólo a 2 mil personas.
     ¿Adónde se fueron todos los otros empleos?  ¿Qué le pasó a toda la clase media que esos trabajos de Kodak y Blockbuster generaban?
     Instagram no valió esos mil millones porque sus 13 empleados eran genios. Su valor proviene de los 400 millones de usuarios que contribuyen a su red sin ser pagados. Es lo mismo con con los 315 millones de Twitter y los mil millones de Facebook. O sea tú. ¿Cuánto tiempo inviertes en las redes sociales, en generar información de tus gustos y tus disgustos y tus selfies y tus pensamientos sin recibir nada a cambio más que la ilusión de ejercer tu derecho de expresión?
     Las empresas necesitan gran número de personas que se dedican a trabajar hacia una misma meta para tener un valor significativo. Pero en la era de la información digital el trabajo que gente como tú y yo invertimos en estas empresas de redes sociales no se recompensa. McDonald´s emplea 1.5 millones de personas y a cada una le paga por el trabajo que provee. En cambio, cientos de millones trabajamos para las redes sociales al entregarles gratis información que les genera muchísimo valor sin recibir pago alguno. El truco aquí está en llamarnos "usuarios" y no "proveedores". No like.
     Esto quiere decir que las bases y las fuentes de información, o sea nosotros los proveedores, no somos compensados por el valor que generamos a las compañías.
     En todos los rincones del mundo el poder y el dinero se están concentrando en la gente cuyo negocio es conectar a personas digitalmente. Google/YouTube/Android/Waze, Facebook/Whatsapp/Instagram, Twitter, Apple, Microsoft/Skype. Todas las compañias que nos denominan usuarios.
     Se nos ha metido en la cabeza que algún día, no tan lejano, la tecnología, resolverá nuestras vidas. También se nos ha metido que las telecomunicaciones son la mejor forma de democratizar el mundo. En realidad pasa lo contrario. La tecnología complica nuestras vidas y las telecomunicaciones crean nuevas jerarquías.
     Si de verdad se pretende alcanzar estos futuros, el poder y el dinero se deben distribuir más honestamente para crear la clase media persistente y necesaria que cualquier economía quisiera.
     Por esto las personas deben recibir un pago por cualquier información que resulte de algún valor. Es decir, si acumular información en la manera en que mensajeas produce un robot más humano o si una campaña política se beneficia de tus opiniones, entonces alguien debería pagar por el uso de esa información, porque no existiría sin ti.
     Conforme la industria digital se vuelve más importante podríamos movernos hacia un mundo donde la información es gratis en medio de una inseguridad para todos (ahí estamos) o hacia un sistema universal de micropagos que reconoce el valor monetario de los usuarios/proveedores a la vez que se da inicio a la construcción de un nuevo tipo de clase media, mejor equipada en la era digital y mucho más amplia y estable que en cualquier periodo de nuestra historia.
     Me gusta.

Autor: Alexander Naime Sánchez-Henkel
La Jornada. Lunes 30 de noviembre de 2015  
   

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