En el libro cómo
fomentar el amor en la familia de Raúl Espinoza Aguilera nos presenta una gama
de anécdotas que desde su casa con sus padres fue aprendiendo y que en la
actualidad le ayudan a seguir fomentando el amor en la familia que él formo.
Son anécdotas que
cuentan con sencillez que su vida se va forjando desde la carestía y que
movidos por ésta no deben rendirse en la vida. Sino que ésta experiencia de
vida le fue ayudando desde un comer lo que en casa hay. Tal vez, no es algo
nuevo porque en el pasado algunas familias también lo vivieron y en la
actualidad siguen habiendo familias así. Como la responsabilidad de los
hermanos mayores en cuidar la ropa para que así pueda servir para los hermanos
pequeños. El simple hecho de esperar con alegría la venida de un hermanito y
recibirlo con cariño. Son pequeños detalles que fomentan el amor entre los que
forman una familia.
Nos cuenta que en su
familia siempre ha estado Dios presente a pesar de los momentos difíciles que
se habían vivido y que el simple hecho
de vivir enfrente de un hospital y con el ejemplo de la caridad de su madre les
ayudo a ser personas con sentido humanitario, puesto que, apoyaban a quienes no
tenían que comer. Las palabras pueden motivarnos a hacer las cosas, pero el
ejemplo vivificado nos lleva de una motivación a una acción.
Cuando una persona
viene de menos a más, valora de alguna manera los logros de sus esfuerzos. Podría
ser buena opción invitar a los hijos a abrirse caminos para lograr lo que
desean y que no solamente a la voz de “quiero esto” y los padres con facilidad
les proporcionan lo que desean. Lo que fácilmente se adquiere, fácilmente se
pierde, se destruye, no se valora. Por eso el propone de forma indirecta que
los padres de familia deben motivar a los hijos para que ellos sientan que su
trabajo les costó tenerlo.
Gracias por la información Toño, interesante..... ahora a ponerlo en práctica!!!!
ResponderEliminarGracias por la información Toño, interesante..... ahora a ponerlo en práctica!!!!
ResponderEliminar¡Saludines! No hay de que amiga mía. ponerlo en práctica es lo más complicado.
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