viernes, 4 de diciembre de 2015

Vila-Matas y la evolución de las obsesiones (Parte III)


EXPLORADOR QUE AVANZA

Soy consciente de que todo cuanto la literatura puede enseñarnos (creo que lo decía un clásico, no se cuál) no son métodos prácticos, sino sólo las posiciones. El resto es una lección que no debe extraerse de la literatura, es la vida la que debe enseñarlas. Es más, tal vez sólo aprendiendo de ella uno puede acabar haciéndose con un estilo literario. Y cuando hablo de estilo me refiero a intentar lograr un espacio y un color interno en la página, un sistema de coordenadas esenciales para expresar nuestra relación con el mundo: una posición frente a la vida, un estilo tanto en la expresión literaria como en la conciencia moral.
     Siempre he querido saber si estaba con aquellos escritores -Tolstoi, por ejemplo- para quienes la existencia tiene, a pesar de todas las angustias que nos crea, un sentido, una unidad. O bien con aquellos -Kafka, Beckett- que nos han revelado la insuficiencia e irrealidad de la vida, el sinsentido de ésta: todos esos escritores que nos han descubierto la imposibilidad de vivir y de escribir, y que nos han puesto en contacto con la odisea moderna del individuo que no vuelve a casa y se pierde y se disgrega, experimentando la insensatez del mundo y lo intolerable que es la existencia.
     Si Claudio Magris hubiera leído esto, tal vez ahora me preguntaría -como a veces él se pregunta a sí mismo- si me reconozco más en Guerra y paz, de Tolstoi, la vida que se cuenta como si fuera una vida plena, o en El hombre sin atributos, de Musil, la vida que se disgrega en la inteligencia, o en La conciencia de Zeno, de Svevo, el más radical, irónico y disimulado viaje al centro de la nada.
     Tal vez puedo creer en Dios y al mismo tiempo no creer en nada, por ejemplo. Tal vez puedo mezclar teorías opuestas. Y es más, quizá esto explique por qué a menudo escribo novelas que son mezclas de ensayos y novelas. Después de todo, bien mirada (y ahora la estoy mirando bien), la vida es una mezcla. Quizá mi viaje, el viaje de mi conciencia, sea el que va a la nada, pero construyendo un sólido y contradictorio sistema de coordenadas esenciales para explicar mi relación con la realidad y la ficción, mi relación con el mundo.

Autor: Julio Cesar Márquez
La Jornada Semanal. Domingo 29 de noviembre de 2015 


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