martes, 20 de octubre de 2015

LA OBRA DE SAHAGÚN COMO MONUMENTO LITERARIO


(SÍNTESIS)

En la Historia de las cosas de la Nueva España, Sahagún dice en el prólogo que su prelado mayor le mandó escribirla, fue Fr. Francisco de Toral. En la terminación del libro sexto escribe que fue traducido en lengua española después de treinta años que se escribió en lengua mexicana, en el año de 1577.

Podemos optar por una distinción de obras: un provincial le manda en 1547 que haga la obra. Otro provincial le manda en 1577 que la termine y modifique. El provincial de 1547 le manda que la escriba en lengua mexicana, el de 1557 le manda que lo escrito en mexicano, no por él, sino por los indios a su dirección y vigilancia, sea traducido al castellano. Sin embargo, de quien haya venido el mandato, la obra queda a responsabilidad del P. Sahagún.



Debe destacarse a Sahagún entre los mejores obreros de la fundación de la cultura en México. Sahagún encontró en el gran naturalista romano, Plinio, la inspiración y la idea fundamental de su obra; la cual tiene un esquema muy similar al de Plinio: Libro I: De los dioses. II: Calendario y fiestas, con apéndices referentes a asuntos culturales, III: Origen de los dioses. IV: Astrología. V: Agüeros y pronósticos. VI: Retórica, filosofía y teología. VII: Cosas naturales (sol, luna, estrellas, etc.). VIII: Historia, política y vida social. IX: Vida económica. X: Vida doméstica y descripción de la intimidad social de cada día. Enfermedades del hombre y su remedio. Lo que pensaba acerca del origen y desarrollo de los diversos pueblos. XI: Historia natural: zoología, botánica, mineralogía, etc.

La parte personal de Sahagún, para hacer la distribución de materiales, para allegar éstos y para poner en castellano todo que en que ellos halló recogido. Le vino como impulso y mandato, de sus superiores, Toral, en parte; en parte, a lo que parece, el gran Motolinía. La idea nuclear de la obra procede de sus estudios salmantinos de los clásicos, en primer término., de Plinio el Mayor, cuya Historia Natural sigue de cerca, en lo que toca al plan y disposición de informaciones. En todo el intento de escribir y en la obra de ejecutar, el influjo de Olmos parece seguro.



Si es admirable el plan de Sahagún, la ejecución sobrepasa toda ponderación. A la riqueza de información recogida debe agregarse la forma en que se recogió, hizo que los indios escribieran la historia de su propia cultura y, allegando todos los materiales posibles para la refundición que él iba a hacer en castellano, les dio ocasión de guardar el tesoro de su propia lengua y pensamiento.

Por muy perito que fuera Sahagún veinte años después de su residencia en el país, en la lengua y la comprensión de los indios, no se fio a su propio juicio: quiso aprovechar a los primeros incorporados de lleno a la cultura de occidente. Como auxiliares y redactores tuvo a cuatro latinos, a los cuales, cuatro años antes había enseñado él la gramática. Con estos principales y gramáticos, se unió al saber de los antiguos la avizorada inquietud de los jóvenes. La mirada de Sahagún presidía todo aquel trabajo.



La historia Natural redactada en Náhuatl por los indios bajo un cuestionario que puede reconstruirse dista en muchos casos de ser una pura respuesta informativa. A veces la imaginación del indio informante se deja llevar de su calor natural y traza descripciones que honraran cualquier literatura. Tiene el don de captar el pormenor ilustrativo y, ayudado de aquella lengua plática, expresiva y sumamente maleable, deja bellos cuadros que poco pierden aún trasladados a otra lengua, sin la ingenuidad y desenfado del original.

La obra de este benemérito franciscano queda como uno de los más estimables documentos, bajo cualquier aspecto que se quiera ver. Una forma científica para el conocimiento de un pueblo es que el mismo pueblo hable de todo lo suyo en su propia lengua y con su propio estilo. Este genial concepto fue el que hace cuatro siglos animaba la mente u movía la mano de aquel religioso, cuya vocación no era la de escritor literario, ni indagador científico, sino la de mensajero del Evangelio.




Sahagún dejó la enciclopedia de los conocimientos sobre los pueblos del habla náhuatl, que será mina por muchos siglos de nuestra información etnográfica e histórica. Pero hizo mucho más: enseñó a escribir a los indios en su propia lengua con cuidadoso atildamiento, sin quitarles el modo propio de la expresión narrativa, y al abarcar todo el ámbito de la realidad mexicana, plasmó también una enciclopedia de escritos literarios en lengua náhuatl, que sigue pidiendo a voces un estudio minucioso y aquilatante de su valor no igualado por nadie.

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