LA BELLEZA DEL LENGUAJE
La importancia del lenguaje adquiere dimensiones
profundamente trascedentes. El hombre, sin la palabra articulada, no podría
entablar una comunicación ilimitada. Simplemente el pasado histórico que nos
determina, por decirlo de alguna manera, se hubiera perdido, si sólo la
oralidad estuviera presente en nuestras vidas. Es justamente la palabra escrita
la que nos ha permitido comprender y analizar quienes somos debido a la
permanencia de los mensajes que se han plasmado y conservado pese al
transcurrir del tiempo. Pero aun va más allá, puesto que por ella el hombre ha
logrado crear como un verdadero artista los más bellos escritos, ya sean
cuentos, novelas o poemas. Comunicar una emoción, un deseo, ha colmado a la
historia humana de grandes obras, por lo que podemos apreciar que hablar con el
otro es la primera función
lingüística. Es enviar o recibir mensajes que permitan la interacción humana.
Después, encontramos que la lengua puede ser utilizada con un fin estético.
Sublimar el mundo usando las palabras es una segunda función inesperada pero
absolutamente bella. Es la posibilidad de que el individuo pueda llevar a cabo
el acto de la introspección. Es ese momento en el que el individuo revisa en su
interior y descubre que las posibilidades de expresar lo que piensa o siente
respecto a sí mismo, la sociedad y el mundo que habita son innumerables
precisamente por la amplitud lingüística.

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