jueves, 15 de octubre de 2015

spanglish (parte 2)



Brazos caídos por respuesta. Toma la palabra el profesor, John Figueroa, bastante respetuoso con la forma de expresarse de sus alumnos. "En la escuela no podemos tirar a la basura el bagaje cultural de cada estudiante. Unos hablan mejor el español porque en su casa han conservado las tradiciones y el idioma. Otros lo han perdido porque sus padres quieren que hablen inglés a toda costa. Hay también quienes lo han aprendido en la calle, y utilizan el spanglish como una especie de código secreto".

Figueroa lleva 12 años en Nueva York, y el tiempo pasado en esta Babel donde conviven más de 200 idiomas le han hecho ser bastante más comprensivo con el don de lenguas. "Si adoptamos una postura intransigente, si le decimos a un estudiante que se centre en un idioma y se olvide del otro, está claro que uno de los dos -seguramente el español- va a salir perdiendo", dice Figueroa.

"Qué fuckin' chingón pasado I had' My past, pasado, pasadíssimo...' I follow you, mojado' the journey tú sabes, siempre hacia el norte". (Guillermo Pérez-Peña. The New World Border)

Ana Celia Zentella, sangre puertorriqueña, sabe mejor que nadie lo que es growing up bilingual: crecer en esa tierra de nadie que unos llaman El Barrio y otros East Harlem, mamar desde pequeña el diálogo y las peleas entre dos lenguas condenadas a entenderse:

-Mira tú, big liar! ¡La jodiste conmigo!

-Play cool, baby, juégala frío, que te veo calentita.

El inglés y el español son como dos amantes de talante bien distinto, por eso tal vez combinan tan ricamente, como el ron y la Coca-Cola. Al menos eso es lo que piensa Ana Celia Zentella, profesora del Hunter College y estudiosa implacable de las jergas y jerigonzas de la Gran Manzana. "En contra de lo que muchos creen, el spanglish es un signo de destreza lingüística", dice Zentella. "Quienes lo practican son casi siempre capaces de expresarse en los dos idiomas; lo que pasa es que cambian constantemente de registro, unas veces de modo intencionado, otras sin darse cuenta, inconscientemente". "Digamos que los latinos de Nueva York viajamos en un mismo tren por dos vías distintas", apostilla esta profesora, "y saltamos de una a otra cuando más nos conviene".

Zentella quiere dejar muy clara la diferencia entre los dos niveles de spanglish. Por un lado están los vocablos españolizados, a veces por simple deformación (chipero: tacaño), otras por pura conveniencia (partain: trabajador a tiempo parcial) o con evidente sentido del humor (saramambiche: hijo de perra). Pero lo más habitual es que los interlocutores mezclen sobre la marcha los dos idiomas, en un cambalache constante que los expertos llaman el code switching (cambio de código).

"El code switching lo utilizan no sólo los inmigrantes de clase baja de El Barrio, también sus hijos acomodados que trabajan en Wall Street. Las nuevas generaciones de latinos, los nacidos aquí, se manejan mejor en inglés que en español, pero antes que resignarse a perder su segunda lengua materna, la incorporan espontáneamente a su discurso. Es un modo de reafirmar su identidad", afirma Ana Celia Zentella.

Algo muy distinto opina el hispanista Roberto González Echevarría, autor de un contundente alegato que vio la luz en el New York Times. "El spanglish es una invasión del español por el inglés... Quienes más lo utilizan son los hispanos de clase baja con un nivel muy pobre en los dos idiomas, y quienes lo practican por escrito están condenados no a una literatura para minorías, sino a una literatura menor... El español es nuestro vínculo común, y hay que preservarlo como sea".

Más apocalíptico aún, el lingüista Salvador Tió, que predice el agrietamiento y el derrumbe de la cultura hispana por vía del vil-lingüismo. El punto final lo pone Montserrat Villarubla, autora de una interesantísima tesis sobre el tema en la Universidad Complutense: "Los cambios lingüísticos son el inevitable resultado del cambio cultural (...) El tiempo será al final el que juzgue como bueno o malo este proceso".

"Gustavo put his alma into his almacén". (Gustavo Pérez Firmat. Next Year in Cuba)

Todavía caliente en las librerías, el Diccionario Oficial del Spanglish, repertorio humorístico, más que académico, de 300 palabras y frases that aren't exactly español or inglés. Ni uno, ni otro, para entendernos. La idea del diccionario surgió en las páginas de Generación Ñ, la revista bilingüe de los cubamericanos de Miami. "Empezamos así, con una paginita de expresiones en spanglish firmada por mi colega Bill Cruz, y los lectores respondieron entusiasmados", recuerda el editor, Bill Teck. "Así que decidimos juntarlas todas, y qué te voy a decir, nos salieron cosas tan disparatadas como éstas...".

-Yo tengo fulcóber y te voy a meter un sú (tengo seguro a todo riesgo y te voy a denunciar).
-Parqueo en el jandi (aparco en el lugar reservado para los minusválidos).
-Tuve un reque con el carro (tuve un accidente con el coche).

Bill Teck, 31 años, nació como él mismo dice en el Bronx de Miami, "pa que te hagas una idea", y aunque habla perfectamente español, no puede evitar el cambio automático de marcha: "Todo get very mixed up en nuestras vidas, tú sabes. Con la abuela hablas en español porque el inglés no lo entiende. Con papi y mami también, pero con tus hermanos hablas en spanglish. En la escuela, english. Y en la tele vemos chows en los dos idiomas. Yo me crié con el `Qué pasa, USA' de Luis Santeiro".

A los jóvenes de su quinta, que nacieron aquí pero bebieron de la coctelera de las dos lenguas, Bill Teck los llama la generación eñe, y éste es su lema: "You gonna be tremendo echao p'alante si quieres conservar tus raíces en el melting pot de la cultura gringa".

La ñ de puertorriqueña sigue regando las venas de Sandra Guzmán, criada en Nueva Jersey y afincada en Nueva York, donde conquistó un Emmy con Telemundo y ahora dirige Latina, la revista que rompe mensualmente los moldes con titulares en este plan: "Are cuernos genetic?", "Great sex, no love!" "¿Qué hago?"; "How to make una tremenda impresión!"...

"Nosotras hablamos así, y en la revista no hacemos más que capturar ese bilingüismo que rige nuestras vidas", se justifica Sandra. "El 81% de las lectoras de la revista Latina se maneja en español y en inglés, pero el 53% prefiere leer a la americana... El idioma dominante en nuestras páginas es el inglés: el español lo utilizamos como apoyo y para proporcionar cierto sabor al idioma. Yo, cuando sueño, lo hago en español, que fue la lengua que aprendí de pequeña y la que procuro enseñar a mi hijo".

Sandra Guzmán presume de españolizar a sus lectoras latinas y no latinas, y también de estar contribuyendo a ese goteo de palabras en castellano que van calando poco a poco en el mainstream (la gran avenida de la sociedad americana). Aficionado -por ejemplo- es ya un término de uso común. Suave, solo, salsa o número uno se escuchan a diario en cualquier emisora. Hasta la vista o ¡qué pasa! no necesitan traducción. Como tampoco lo precisa un reciente titular del New York Times: "Mi casa is your casa".

continuara...

No hay comentarios:

Publicar un comentario