Se distingue en las letras griegas diversos períodos: el homérico, que refleja la vida de las ciudades-estado; el aristocrático, caracterizado por el enfrentamiento entre las polis y el autocratismo; el colonizador, de expansión y afirmación del valor del individuo; el clásico, en que el hombre se enfrenta al destino, y el helenístico, en que la cultura griega se trasvasa al mundo romano y al asiático.
Poesía, épica y lírica
Hacía el siglo VIII a.C aparecen dos epopeyas inspiradas en la leyenda de la guerra de Troya y atribuidas a Homero: la Ilíada y la Odisea. Su lenguaje, que es la base de la unidad idiomática griega, es expresión acabada de las virtudes y los anhelos más nobles de la humanidad. La Ilíada, que narra el asedio de Troya por los griegos, es un relato épico lleno de grandeza y de heroísmo y dotado de un argumento relativamente sencillo. La Odisea relata el viaje de Ulises y sus compañeros desde Troya hasta Ítaca. Es un conjunto de aventuras en que, a diferencia de la Ilíada, prima lo humano sobre lo heroico.
La más antigua poesía griega conocida es la de Hesíodo (s. VIII-VII a.C.), que en los trabajos y los días enaltece la vida campestre e inculca principios morales sanos. En los siglos VI y V a.C. surge la poesía lírica. Safo (s. VII-VI a.C.), poetisa del amor y de los celos, canta la hermosura de la juventud. Alceo (s. VI a.C.) amplia la temática: cantos político, poemas amorosos, cantos a los dioses y a los héroes. Anacreonte (s. VI-V a.C.), poeta cartesiano, celebra el amor y las artes con versos festivos. A Esopo se le atribuyen las fábulas, que presentan una enseñanza moral bajo el velo de una ficción protagonizada por animales. Sin ser un gran innovador, Píndaro ( s. VI-V a.C.) enriquece el lirismo griego con temas sociales, personales y morales. De su obra, de lenguaje majestuoso y rico en metáforas, se conservan cuatro libros de Odas que celebran los triunfos de los atletas.
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