El
pensamiento pedagógico fenomenológico-existencialista surge no como una
propuesta meramente pedagógica, su tinte es más bien filosófico, pero toda una
ideología va influyendo demasiado para que se tome como modelo y pueda ésta ser
un referente para los cabios que socialmente se quieran plantear o realizar.
La
filosofía existencialista tiene como tesis que la existencia precede a la
esencia, o sea, que el hombre humanamente llega a este mundo sin él pedirlo,
llega arrojado como una nada para existir y, solamente, a través de la
convivencia adquiere una esencia humana determinada. Lo que significa que el
individuo no puede ser otra cosa, sino aquello en que se constituye. Como no
hay nada superior a él, su marcha se topa con la nada.
Sale
sobrando mencionar que Nietzsche, Kierkegaard y Jean-Paul Sartre son unos de
los máximos representantes del existencialismo; sin embargo, ellos no lo
dirigen propiamente al plano pedagógico-educativo. Pero sí existen autores que
se dedicaron exclusivamente a la educación desde este enfoque
fenomenológico-existencialista.
Me
ha llamado la atención de una manera especial el pensamiento de Janusz Korczac,
que aunque en el texto no viene propiamente el método educativo que él utilizó,
sí presenta un escrito suyo donde habla de cómo amar a un niño y el derecho del
niño al respeto; poniendo esta premisa como el elemento principal para la
educación de los pequeños.
Korczac
asegura que es falso que la cortesía hace insolentes a los niños y que la
dulzura lleva al desorden e insubordinación del niño. Hace un reclamo a los
educadores que no toman en cuenta la opinión de los pequeños, y que sólo actúan
como verdugos que están siempre a la ofensiva haciendo que el niño se cohíba y
ponga una barrera para dejarse formar. Los niños deben ser tomados en cuenta y
tratados de una manera correcta, dándoles el trato que merecen por ser
personas, e incluso demostrarles afecto e interés. Con esto el niño se motivará
y tendrá confianza para dejarse educar.
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