JÓVENES INDÍGENAS Y GLOBALIZACIÓN EN
AMÉRICA LATINA
"RESEÑA"
El libro reúne 13 ensayos
sobre jóvenes indígenas, rurales y urbanos, de México, Guatemala, Colombia,
Ecuador, Bolivia y Chile. En él se indaga lo que significa ser joven indígena
en una época impactada por los medios masivos de comunicación, por el dinamismo
de las migraciones humanas y por la creciente mundialización de la cultura. En
la Primera Parte se narra la situación general de los jóvenes indígenas, en
contextos nacionales fuertemente caracterizados por la asimetría y la
desigualdad, algunos de los cuales actualmente desarrollan una lucha por el
reconocimiento.
Escriben sobre México: Maya
Lorena Pérez Ruiz que expone un panorama nacional sobre la situación de los
jóvenes indígenas urbanos y Laura Valladares que discute la situación de las
mujeres indígenas frente al reconocimiento de sus derechos humanos y de género.
Sobre Chile escriben Milka Castro Lucic, Gemma Rojas Roncagliolo y Carlos Ruiz
Rodríguez, y sobre Ecuador lo hace Alexis Rivas Toledo; estos autores, además
de señalar las condiciones generales de los jóvenes en sus países, analizan los
crecientes procesos políticos en los cuales éstos participan para reivindicar
derechos propios e incidir en la vida política nacional.
En la Segunda Parte del
libro se da cuenta de lo que sucede en la cultura y la identidad entre aimaras
y quechuas de Bolivia, entre purépecha de México y entre los refugiados
guatemaltecos que viven en la frontera sur de México. Todos ellos habitantes de
localidades rurales pero en condiciones de permanente contacto intercultural,
ya sea mediante fuertes procesos migratorios o por la influencia de los medios
masivos de comunicación e información. Escriben: Eva Fisher, Maziel Terraza,
Álvaro Bello y Verónica Ruiz Lagier, respec- tivamente.
Y la Tercera Parte, se
enfoca a los indígenas que viven en las ciudades ya sea porque llegaron a ella
recientemente o porque nacieron en ella de padres inmigrantes. Marta Romer,
analiza lo que sucede con las segundas y terceras generaciones de mixes y
mixtecos nacidos en la ciudad de México, Rebeca Igreja reflexiona sobre los
jóvenes indígenas y su participación en organizaciones también de la ciudad de
México, mientras que Manuela Camus discute la situación de los jóvenes
indígenas en la Ciudad de Guatemala y relativiza
El papel de la ideología y
la denominación de esta población como indígena. Por su parte, Martha Lilia
Mayorga analiza la presencia de los jóvenes indígenas en la Universidad
Nacional de Colombia. Para resolver el problema de la definición de lo joven en
las diferentes culturas, varios autores investigan si dicha noción existe en las
lenguas indígenas de los grupos con los que se trabajó, y de allí parten para
conocer los cambios de su significado y de las prácticas asociadas al ser
joven.
Sin embargo, lejos de poner el acento sólo en el conflicto y el cambio
cultural asociado con la globalización y la migración a las ciudades, los
autores se introducen en los complejos procesos de negociación entre el cambio
y la continuidad de las culturas y las identidades, de modo que se matizan, se
contextualizan y se discuten nociones como las de hibridación,
desterritorialización, transnacionalización y deslocalización, ampliamente
usadas para explicar los procesos culturales contemporáneos.
El libro,
entonces, además de brindar información etnográfica diversa y de primera mano,
toca aspectos comunes que dan unidad al libro, y que son parte de sus
aportaciones. La primer aportación de este libro es que a diferencia de lo que
comúnmente se cree acerca de que lo joven no existe en las culturas
tradicionales indígenas, se constató que la noción de joven sí existe en los
casos analizados, de modo que es alrededor de esa noción que ahora se dan las
tensiones por darle un nuevo sentido y un nuevo significado a ser joven.
En las
lenguas en las que existe, el concepto de joven marca una etapa de vida que se
inicia con la madurez biológica de los individuos y que concluye con la madurez
social, que se inicia con la incorporación del joven a la vida adulta; es
cuando el individuo asume compromisos y responsabilidades asociados con el
matrimonio, la familia y la comunidad.
Las investigaciones de campo muestran,
sin embargo, que ahora el ser joven, y reivindicarse como tal, está asociado a
la lucha que emprenden los miembros de este sector por conseguir un estatus
diferente al que tenían antes y por adquirir nuevos derechos, entre ellos el
hacer deporte, divertir- se, estudiar y vestirse como lo hacen los jóvenes de
todo el mundo. Además de que para las mujeres jóvenes implica la búsqueda de derechos
específicos como el de escoger libremente a su pareja y tener una vida sin
violencia.
Una segunda aportación la constituye la evidencia de la heterogeneidad
y aun desigualdad al interior de las poblaciones y comunidades indígenas, tanto
urbanas como rurales; así que, a pesar del discurso reivindicativo indígena y de
algunos académicos que subrayan la unidad y la homogeneidad indígena, es
evidente que se trata de poblaciones inmersas en las diferencias de género, de
generación y de posiciones socioeconómicas así como en las estructuras de poder,
lo cual genera tensiones y conflictos de índole también diversa.
Así que a la
noción tradicional de ser joven, se están agregando ahora nuevas valoraciones y
significados, que expresan las nuevas condiciones de vida y socialización, y en
torno a los cuáles se generan nuevas prácticas y confrontaciones sociales. Una
tercera aportación, derivada de la anterior, es la constatación del fuerte
impacto que tienen entre los jóvenes los cambios en los procesos de
socialización: si éstos antes se desarrollaban fundamentalmente en el seno de
la familia y de la vida comunitaria, hoy los jóvenes socializan en la escuela
básica, en las universidades, en la migración, en las iglesias de diferentes
denominaciones, en los medios masivos de comunicación e información, en las
experiencias de destierro generadas por conflictos bélicos, así como en las
conflictivas relaciones interétnicas de una sociedad globalizada.
De esta
forma, si antes el ciclo de socialización de una individuo estaba integrado a
un sistema social, normativo y prescriptivo —con determinadas formas de
percepción y de acción social, y con reglas claramente definidas para
establecer actitudes y comportamientos, basados en tradiciones mayoritariamente
compartidas—, hoy los contenidos de los procesos de socialización son
múltiples, se producen y llegan desde diversos ámbitos, y no siempre son
compatibles entre sí. Por lo cual la producción del sentido y de la
significación de los procesos de socialización está mayoritariamente fuera de
los ámbitos del control comunitario indígena. Una cuarta aportación, es la que
evidencia que los jóvenes viven hoy la tensión no resuelta entre los
requerimientos que les hacen Reseñas
Los adultos y sus propias
expectativas de vida, lo cual en muchas ocasiones resulta contradictorio, y lo
es, no sólo por el conflicto intergeneracional en torno a proyectos culturales
que pueden resultar diferentes y opuestos, sino incluso debido a las propias
tensiones y conflictos no resueltos entre los miembros de una misma gene-
ración, incluso la joven, cuyos miembros, por razones diversas, no comparten un
mismo proyecto cultural. Así que existen casos en los que los jóvenes se
sienten presionados para migrar, para estudiar, para salir y realizar estudios
superiores, es decir para que “mejoren” y se “modernicen”, al tiempo que se les
exige que mantengan la tradición; y de la misma forma existen conflictos entre
los jóvenes que han logrado estudiar o salir al trabajo migratorio y los que se
han quedado, haciéndose cargo de la tradición.
Asociado con el anterior, la
quinta aportación tiene que ver con las reflexiones en torno a la diversidad
prevaleciente entre el sector joven indígena; mismo que se deriva de la
desigualdad social, de las opciones que cada individuo o subgrupo construye en
interacción con su propia localidad y con su entorno inmediato, así como con
las alternativas que puede tomar del mundo globalizado; y ello sucede a pesar
de la homogeneidad que impulsan los medios de comunicación e información en
términos de estilo de vida y de consumo. Así que el propio carácter y las
condiciones en que se desarrolla la globalización ponen de manifiesto, tanto la
proclividad como la resistencia local a la homogeneización cultural, así como
el grave problema de la asimetría y de la desigualdad en que viven, se conectan
y se interrelacionan, o permanecen sin conexión, millones de seres en el
planeta.
Una sexta aportación, se presenta en torno a la construcción de lo que
significa ser mujer y ser mujer joven en las comunidades indígenas contemporáneas,
ya que este es uno de los aspectos que más fuertemente está cambiando al
interior de las poblaciones indígenas. Y tal cambio está asociado con las transformaciones
de los contextos que afectan a las comunidades rurales y urbanas indígenas, así
como con la interacción múltiple y dinámica que cada vez más tienen las mujeres
indígenas con otros actores sociales.
En ese marco general de
cambio, en los diversos trabajos de este libro, se advierte cómo las mujeres
jóvenes comparten con los jóvenes varones mu- chas demandas, pero cómo también
están construyendo demandas específicas de género, comunes a las mujeres de
todas las edades y posiciones sociales.
La séptima aportación, muestra cómo si
bien es cierto que dentro de las comunidades indígenas contemporáneas existe la
tendencias hacia la apropiación de bienes culturales producidos por las industrias
culturales hegemónicas y que esto genera modos y estilos de consumo
globalizados, también muestra que ello no debe verse de forma mecánica, ya que
tales consumos no suceden de la misma manera en todos lados, además de que
varía la apropiación y la re- significación que de ellos hacen los jóvenes en
cada lugar.
Algo que se evidencia en todos los trabajos es la condición
asimétrica y de pobreza de la población indígena, que limita las opciones para
decidir autónomamente el sentido del cambio que se está viviendo. No obstante,
y a pesar del panorama desolador que provoca el impacto de las políticas
nacionales y de la globalización, algunos trabajos dan cuenta de los esfuerzos
que realizan significativamente algunos sectores de jóvenes indígenas, que más
que enarbolar demandas como sector generacional, buscan modificar las
condiciones estructurales, ideológicas y culturales que contribuyen a la reproducción
de las condiciones de pobreza y exclusión que han vivido sus pueblos, y que
influyen en el desinterés de sus miembros por conservar las culturas e
identidades propias. Como octava aportación, los trabajos muestran que así como
la globalización y la hibridación cultural no son la única opción para los
pueblos indígenas, tampoco en las demandas políticas y las luchas indígenas
contemporáneas existe un rechazo total y general a la cultura externa, moderna
y globalizada.
Así que existen tendencias y movimientos sociales, muchas veces
encabezados por los jóvenes, en los las cuales no se busca cerrarse a lo nuevo,
pero sí fortalecerse políticamente para que sus pueblos puedan decidir y
cambiar según sus propias decisiones y en beneficio de su desarrollo autónomo,
en ámbitos locales, regionales, nacionales y aún globales.
De modo que frente a la
pregunta de si la globalización está creando entre los jóvenes indígenas una
identidad híbrida y global, única y que sea común a una gran diversidad de
jóvenes en el mundo, las respuestas dadas por los autores de este libro apuntan
a una misma dirección: si bien la pérdida de identidad es una posibilidad, lo
mismo que la auto adscripción a otra (sea nueva, híbrida o inventada), el
proceso no es unidireccional ni mecánico; así que es posible que junto a la
transformación de las identidades locales —que se flexibilizan para acoger y
acomodar los cambios que están sucediendo— se agreguen otras identidades
nuevas, que no necesariamente se oponen ni destruyen sus otras identidades.
Un
aspecto importante, sin embargo, es que en los trabajos se advierte cómo en
esos complejos procesos de cambio cultural e identitario, no predominan sólo
los deseos y los gustos individuales, que harían posible que los jóvenes
indígenas por voluntad y libremente entraran y salieran de un modo de vida a
otro, transitaran de una identidad a otra, y optaran a su gusto por la
tradición o la modernidad; y por el contrario, se demuestra que existen
condiciones estructurales y subjetivas que intervienen tanto para inducir el
sentido del cambio, como para limitarlo, acotarlo, y para inhibir, o
posibilitar, la pérdida o la adquisición de nuevas identidades.
Así que, frente
a ciertas lecturas que ven en el cambio cultural contemporáneo campos propicios
para la hibridación, y hacia la adopción individualizada de identidades
globales y des localizadas, en los trabajos aquí reunidos se demuestra cómo en
esa poderosa tendencia hacia la modernidad y el cambio en las comunidades
indígenas, existen a simetrías, relaciones de poder, además de condiciones de subordinación, exclusión, discriminación y exclusión, que influyen, dirigen y
también limitan el cambio cultural. A ello, además, se suman las tendencias que
desde lo local, empujan hacia el fortalecimiento y la revitalización de lo
propio. Por sus contenidos y las reflexiones que suscita este libro.
Se recomienda amplia-mente su
lectura.
Puede adquirirse en:
www.tiendadelmuseo.com.mx
Gran aportación e interesante información. Saludos.
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