Así fue como ocurrió la "Matanza de Cholula" en el actual Puebla un
día como hoy 18 de Octubre de 1519 según el testimonio narrado por
Bartolome de las Casas
Entre otras matanzas hicieron ésta en
una ciudad grande, de más de treinta mil vecinos, que se llama Cholula:
que saliendo a recibir todos los señores de la tierra e comarca, e
primero todos los sacerdotes con el sacerdote mayor a los cristianos en
procesión y con grande acatamiento e reverencia, y llevándolos en medio a
aposentar a la ciudad, y a las casas de aposentos del señor o señores
della principales, acordaron los españoles de hacer allí una matanza o
castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor e braveza en
todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fué esta su
determinación en todas las tierras que los españoles han entrado,
conviene a saber: hacer una cruel e señalada matanza porque tiemblen
dellos aquellas ovejas mansas.
Así que enviaron para esto primero
a llamar todos los señores e nobles de la ciudad e de todos los lugares
a ella subjectos, con el señor principal, e así como venían y entraban a
hablar al capitán de los españoles, luego eran presos sin que nadie los
sintiese, que pudiese llevar las nuevas. Habíanles pedido cinco o seis
mil indios que les llevasen las cargas; vinieron todos luego e métenlos
en el patio de las casas. Ver a estos indios cuando se aparejan para
llevar las cargas de los españoles es haber dellos una gran compasión y
lástima, porque vienen desnudos, en cueros, solamente cubiertas sus
vergüenzas e con unas redecillas en el hombro con su pobre comida;
pónense todos en cuclillas, como unos corderos muy mansos. Todos
ayuntados e juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban,
pónense a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos
los demás echan mano a sus espadas y meten a espada y a lanzadas todas
aquellas ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese
trucidado. A cabo de dos o tres días saltan muchos indios vivos, llenos
de sangre, que se habían escondido e amparado debajo de los muertos
(como eran tantos); iban llorando ante los españoles pidiendo
misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna misericordia ni
compasión hubieron, antes así como salían los hacían pedazos.
A
todos los señores, que eran más de ciento y que tenían atados, mandó el
capitán quemar e sacar vivos en palos hincados en la sierra. Pero un
señor, e quizá era el principal y rey de aquella tierra, pudo soltarse e
recogióse con otros veinte o treinta o cuarenta hombres al templo
grande que allí tenían, el cual era como fortaleza que llamaban Duu, e
allí se defendió gran rato del día. Pero los españoles, a quien no se
les ampara nada, mayormente en estas gentes desarmadas, pusieron fuego
al templo e allí los quemaron dando voces: "¡Oh, malos hombres! ¿Qué os
hemos hecho?, ¿porqué nos matáis? ¡Andad, que a Méjico iréis, donde
nuestro universal señor Motenzuma de vosotros nos hará venganza!" Dícese
que estando metiendo a espada los cinco o seis mil hombres en el patio,
estaba cantando el capitán de los españoles: "Mira Nero de Tarpeya a
Roma cómo se ardía; gritos dan niños y viejos, y él de nada se dolía."
Otra gran matanza hicieron en la ciudad de Tepeaca, que era mucho mayor
e de más vecinos y gente que la dicha, donde mataron a espada infinita
gente, con grandes particularidades de crueldad.
*Fuente tomada del testimonio real de Bartolome de las Casas escrito en la Brevisima Relacion de la Destruccion de las Indias.*
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