Lazarillo de Tormes
Tratado I
El primer tratado comienza con Lázaro de Tormes contando la historia de
su infancia. Su sobrenombre proviene del lugar donde nació, que fue el río
Tormes. A los ocho años, su padre, Tomé González, fue acusado de robo y obligado
a servir a un caballero en contra de los moros. Durante esta expedición perdió
su vida.
Lázaro y su madre, Antona Pérez, se fueron a vivir a la ciudad donde
ella le cocinaba a los estudiantes y le lavaba la ropa a los mozos de caballos
del comendador de la Magdalena. Ella comenzó a tener relaciones con un mozo
llamado Zaide, y Lázaro aceptó la relación entre ellos porque notó que él traía
mejor comida a la casa. Luego, nació el hermano mulato por parte de madre de
Lázaro, pero la felicidad les duró muy poco, porque Zaide robó y fue capturado
y azotado.
En un mesón conoce su madre a un ciego, al que le pareció que Lázaro le
servía como guía. Su madre le dio permiso y Lázaro partió junto al ciego. El
ciego era muy astuto y, más que cualquier otro, le enseñó a Lázaro lo difícil
que era la vida. El ciego, también, era muy avaro y apenas le daba de comer.
Cuando finalmente Lázaro se cansa de vivir con el ciego, éste engañó a su amo
para que se diera contra un palo para poder salir de él.
Tratado II
En este tratado Lázaro se encuentra con un clérigo. Lázaro aceptó el
trabajo que le propuso el clérigo. A Lázaro no le fue muy bien en este trabajo,
ya que el clérigo era avaro y no le alimentaba decentemente. Llegó el momento
en el que Lázaro se cansó, y decidió robarle al clérigo el pan de la misa para
poder comer. Para poder conseguir el pan, el sacó una copia de la llave del
baúl dónde estaba el pan, y lo saco una noche, y se lo comió. Al el clérigo
enterarse de esto, decidió asegurar el baúl, pensando que eran ratones que se
comían el pan, pero cuando encontró que era Lázaro, el lo despidió de su
trabajo.
Tratado III
Lázaro llegó a Toledo, donde, por quince días, vivió de limosnas. Un
día, se encontró con un escudero de muy buena apariencia, quien fue su próximo
amo. Su nuevo hogar fue una casa con poco alumbrado. La casa carecía de
muebles.
Lázaro entonces se dio cuenta de que el escudero, aunque aparentaba ser
un hombre de buena familia, en realidad era pobre. Para poder comer, Lázaro
tuvo que mendigar, y darle parte de lo que recibía al escudero. Un día el
gobierno de esa área prohibió el mendigar por las calles, y Lázaro, por suerte,
consiguió comida a través de unas vecinas. El escudero estuvo sin comer por
ocho días, hasta que consiguió un real para mandar a Lázaro a comprar comida al
mercado.
Más tarde los dueños de la casa del escudero vinieron a cobrar el
alquiler de la casa, pero el escudero se excusó y desapareció. Lázaro se quedó
una vez más sin amo.
Tratado IV
Las vecinas llevaron a Lázaro a dónde el Fraile de la Merced, su próximo
amo. Al fraile le gustaba mucho caminar y visitar. Tanto caminaron Lázaro y el
fraile que en ocho días Lázaro rompió su primer par de zapatos. El fraile fue
el primer amo en regalarle un par de zapatos. Lázaro se cansó de seguirlo y lo
abandonó.
Tratado V
En este tratado, Lázaro se encuentra con un buldero. El buldero
engañaba, junto a un alguacil, a la gente, tratando de convencerla para que
creyeran en sus ideales. Por ejemplo, ellos hicieron un "drama" para
que la gente creyera en los milagros. Después de cuatro meses Lázaro dejó al
buldero, y siguió su camino.
Tratado VI
Su próximo amo fue un maestro pintor de panderos, con el cuál duró muy
poco. Una vez, Lázaro entró a una Iglesia, dónde se encontró con un capellán,
siendo éste su próximo amo. El capellán le dio a Lázaro un asno y cuatro
cántaros de agua para ir a vender agua por la ciudad. Este fue el primer
trabajo que tuvo Lázaro dónde ganaba comisiones todos los sábados. Estuvo en
esas condiciones por cuatro años, y, ahorrando poco a poco, pudo comprarse su
primera espada y ropa usada. Después de haber mejorado Lázaro su apariencia ,
dejó al capellán y también dejó su oficio.
Tratado VII
Después Lázaro se asentó con un alguacil. Duró muy poco con él, porque
le pareció que el oficio de su amo era peligroso.
Llegó el día en el que el arcipreste de San Salvador vio a Lázaro y lo
casó con una criada suya. Vivía muy bien con su nueva esposa, en una casa al
lado del arcipreste. Luego comenzaron a formarse cuentos sobre su esposa y el
arcipreste. La mujer de Lázaro lloró mucho por estos cuentos, pero Lázaro la
tranquilizó. El decide no hacerle caso a los cuentos para que no hubiera una
intervención en su felicidad. Finalmente llegó a un período de estabilidad en
su vida, y para él no había nada mejor.
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