1834
CIUDAD
DE MÉXICO
AMAR ES DAR
Una calabaza llena de
vinagre vigila detrás de cada puerta. En cada altar ruegan mil velas. Los médicos recetan sangrías y fumigaciones
de cloruro. Banderas de colores señalan las casas asaltadas por la peste. Lúgubres cánticos y alaridos señalan el paso
de los carros repletos de muertos por las calles sin nadie.
El gobernador dicta un bando
prohibiendo varias comidas. Según él,
los chiles rellenos y las frutas han traído el cólera a México.
En la calle del Espíritu
Santo, un cochero está cortando una
chirimoya enorme. Se tiende en el
pescante, para saborearla de a poco.
Alguien que pasa lo deja con la boca abierta:
¡Bárbaro! ¿No ves que te
suicidas? ¿No sabes que esa fruta te conduce al sepulcro?
El cochero vacila. Contempla la lechosa pulpa, sin dedicarse a
morder. Por fin se levanta, se aleja
unos pasos y ofrece la chirimoya a su mujer, que está sentada en la esquina:
-Cómela, tú, mi alma.
POSICIONAMIENTO: Ante el
objeto de estudio.
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