miércoles, 21 de octubre de 2015

Antepasado de mi sangre.

Cuentan mis ancestros que en estas tierras donde nacimos había un valle muy hermoso de muchas flores de colores, pinos, cedros y árboles muy bonitos de todo tipo. Se respiraba un aroma muy fresco y con buen olor a pino. La mañana al salir tata juriata (sol) las familias despertaban felices y contentos agradeciendo un nuevo día.

Los niños y niñas salían corriendo a perseguir las mariposas de esta tierra, jugaban entre los árboles y corrían por las flores de colores y verdes pastizales. Digamos que era un paraíso, teníamos un lago donde nuestros padres y abuelos pescaban. Nuestras madres y abuelas salían a recolectar semillas y flores, mientras que más personas trabajaban la tierra. Todo se vivía en paz y armonía.

Así era la vida al pasar de los días, nos vestíamos de manta y nos adornábamos con flores, piedras talladas, y artículos de madera hechos. Los hombres trabajaban muy duro, en el cerro, en la tierra, en el lago. Las mujeres se dedicaban a labores domesticas y a trabajos menos pesado. Teníamos una cultura muy sana, no había vicios ni violencia. Y aquel que no se portaba bien era puesto prisionero y castigado por en Cazonci y Rey del imperio.
No conocíamos la envidia, el coraje o los malos valores.

Los ancianos y gente grande eran visto como las personas más sabias y respetadas del pueblo. Ellos formaba el consejo y trataban de que la comunidad marchara bien, cada problema era resuelto por ellos.
Me gustaba mucho mi comunidad, todo era bello. Y con un nudo en la garganta me llegan tristes recuerdos.

Un día se escucho de unos tales dioses que habían llegado de muy lejos, matando a las personas nuestro territorio. Habían matado y conquistado al imperio mas grande y poderoso Tenochtitlan.

Un día llegaron a caballo unos señores, muy rencorosos y nos hicieron prisioneros, fuimos esclavos, golpeados, discriminados, visto como animales y no como personas. Mataron y arrastraron a nuestro emperador. Así acabo nuestro sueño y nuestro imperio.

El paisaje se seco, la naturaleza murió y las personas que más quería ya no estaban, me separaron de mi familia y me hicieron su prisionero, mis hermanos murieron y otros más jamas supe de ellos.

Mataron mi cultura, mis hábitos, mi religión y mi herencia ancestral. Lo que nos daba vida era la madre naturaleza que fue saqueada y explotada. Los animales del bosque al ver esta atrocidad huyeron al bosque. Difícilmente se dejan ver. Desde ese entonces ya nada ha sido igual, los invasores destruyeron todo y sepultaron mi pueblo. Todo cambio y solo quedan relatos de aquel día donde todo era bello, ahora nos ven como nada, como si estuviéramos invadiendo el territorio de las personas esas que llegaron, pero no saben que nosotros llegamos primero hace muchos años, nosotros forjamos estas tierras que ahora ya no son como antes.

Vi a mi pueblo morir, llorar y derramar mucha sangre. Veo pocos como yo, veo que nada es igual a como me contó mi gente del pasado, los últimos que quedaron y enseñaban lo que era nuestro.

Mataron la lengua, las formas de vestir, de alimentarse y todas las tradiciones. Ahora veo mi pueblo que ha cambiado, ya no son como antes. Lo poco que queda se esta dejando al olvido. La gente nueva perdió todo. Se sienten avergonzados.

Me duele en el alma todavía lo que pasó pero no queda más remedio. Todo acaba, todo cambia.


2 comentarios:

  1. ¿Este texto es de tu autoría? El lamento por la llegada de los conquistadores que destruyeron una forma de vida que jamás volverá a ser es un sentir compartido Tere. Y ha sido motivo de muchos escritos y análisis. ¿Qué hubiera pasado si los españoles no hubieran conquistado a los pueblos indios del México prehispánico? Es interesante pensar en las posibles respuestas.

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  2. Realmente no es de mi autoría, es de un ser cercano a mí. Pero precisamente leyendo algunos textos y novelas históricas fue la inspiración y el sentimiento de expresar lo que fue en un tiempo atrás y como ahora todo cambio.

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