¿Qué
papel juega el profesor?
La
interrelación se sustenta en la idea de que la “enseñanza es un
proceso
compartido”, y consiste en el traspaso gradual de la responsabilidad (del profesor
al alumno) en la realización de tareas. Al principio, el profesor tiene la
máxima responsabilidad y, al final, la responsabilidad es del alumno. El
traspaso se efectúa por la realización de tareas. Así, pues, la enseñanza
consiste en una tarea compartida entre profesor y alumno.
En este esquema, el
profesor tiene la responsabilidad de “guiar en la práctica” al alumno para que
construya el significado y sepa resolver el problema por sí solo. La
responsabilidad del profesor, en última instancia, consiste en buscar los
procedimientos
adecuados de enseñanza, buscando las zonas de desarrollo próximo, de modo que
consiga arrastrar al alumno hacia el desarrollo, mediante estudios que se para proponer su teoría
constructivista del aprendizaje se refieren a interacciones individuales, y en
la escuela se produce una interacción con un grupo de alumnos, intenta salvar
las dificultades complementando su teoría
con las investigaciones sociolingüísticas de los procesos de enseñanza.
Se
declara: que la enseñanza es un proceso de interrelación de preguntas y
respuestas, donde el educador es el que más habla.
El
profesor como orientador.
En
la teoría constructivista del aprendizaje el papel del profesor consiste en prestar
ayuda al alumno, ajustada a sus características y
al contenido concreto que se está trabajando. El método consiste en ir
traspasando el control de la actividad progresivamente al alumno. En síntesis,
los principios que deben orientar la práctica en el aula, desde la concepción
constructivista de la enseñanza y el aprendizaje son 40:
1.
Planificar de forma sistemática las actividades del aula de acuerdo
con
los objetivos deseados.
2.
Incluir dentro de las intenciones educativas todos los aspectos de
desarrollo
del alumno.
3.
Partir de los conocimientos previos del alumno.
4.
Provocar la participación activa del alumno que le permita reconstruir
sus
esquemas de conocimiento.
5.
Ir otorgando progresivamente mayor responsabilidad al alumno en la
actividad
del aula.
6.
Provocar la interacción entre los alumnos como mecanismo de
aprendizaje.
7.
Ajustar la ayuda durante el proceso de enseñanza y aprendizaje a la
dinámica
que vaya produciéndose y a las características peculiares de
cada
alumno.
8.
Tener en cuenta los aspectos emocionales y psicosociales que
permiten
atribuir sentido al aprendizaje.
9.
Llevar a cabo una evaluación que permita al profesor y a los alumnos
comprobar
el grado de aprendizaje adquirido, entender las razones
que
lo explican y regular y autorregular el paso siguiente.
10.
Evaluar la propia práctica docente para reajustar la enseñanza.
En
conclusión, la calidad de la práctica en el aula depende del grado
de ajuste
que
consiga el profesor en la mediación del proceso de enseñanza. Y los ejes para
medir
el grado de ajuste son:
planificación,
acción,
y evaluación del proceso de enseñanza
LA
PASION
POR
EDUCAR
"La
pasión no sólo es constitutiva del ser humano sino principio de toda comunidad
y sociedad, la misma se relaciona con la creatividad y la acción. Es decir, la
pasión se pone en juego en la acción. En todo acto creativo el sujeto se funda
y, a la vez, se enajena en la pasión permitiendo que las pasiones alegres
triunfen sobre las pasiones tristes, el amor sobre el odio, el sentimiento de
lo maravilloso sobre el sentimiento de lo siniestro"
El mejor ejemplo de pasión lo dan los enamorados. ¿Cómo?
Cuando ven a su pareja “le brillan los ojos” y sienten que “la vida les sonríe”.
Dedican mucho tiempo a acicalarse y a arreglarse para verse bien ante su objeto de amor. Tratan a su pareja siempre con amabilidad, destacan sus fortalezas y la llenan de elogios, minimizando sus defectos.
Piensan a menudo en cómo sorprender al otro, en qué le gusta. Escuchan con atención lo que el otro les cuenta, comparten sus alegrías y hacen lo posible por calmar sus ansiedades o sus tristezas.
Se preocupan porque el otro crezca profesional y espiritualmente y lo apoyan en sus proyectos e ilusiones.
¿Cuántas de estas actitudes tenemos para con nuestros alumnos o para con nuestra tarea docente?
¿Con qué frecuencias las vamos a ejercitar?
¿Cuántas formas vamos a buscar de alimentar el entusiasmo con el que vamos a comenzamos a ejercer?
¿Cómo está nuestra pasión por educar?
Educar no es reprimir, es orientar y corregir con mano suave pero firme
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