Durante el reinado de Carlos V (1517-1556) España sufrió un gran desgaste de energías.
El riesgo y la aventura se mezclaban con la acción inspirada por altos y nobles ideales.
La aristocracia desprecia el trabajo, enfrascada en las cuestiones de la limpieza de
sangre, el honor y la “grandeza” de sus casas. El hambre y la pobreza hacen su
aparición; los campos se despueblan y los caminos y las ciudades se llenan de mendigos
y pícaros.
Además de las novelas de caballerías, pastoril y morisca, que ofrecían al lector
posibilidades de sueños heroicos, idílicos e idealistas, hace también su aparición, en el
siglo XVI, la novela realista con El Lazarillo de Tormes, que traslada a la narración la otra
cara de la realidad española: la miseria física y espiritual de la vida ordinaria.
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