martes, 20 de octubre de 2015

LITERATURA Y SOCIEDAD


La literatura no sólo refleja el mundo natural y el mundo interior o subjetivo del individuo, sino también la realidad social. Para todo ello se sirve del lenguaje, adquisición colectiva del hombre. La conocida frase de De Bonald: "la literatura es la expresión de la sociedad", ha servido de punto de partida a numerosos tratadistas y teóricos a la hora de estudiar las relaciones existentes entre ambas formas. Casi todos coinciden en afirmar que ella no es del todo exacta; la literatura no refleja siempre la situación social, a pesar de la creencia de Aldecoa de que "toda la literatura es social". El escritor puede reflejar en su obra una parte de su sociedad —la parte que él ve o intuye—, pero nunca podrá plasmarla en su totalidad. De ahí que escribiese Cario Bó:

"...decir, pues, que es la sociedad la que condiciona y al mismo
tiempo nutre a la literatura es tanto como querer mantenerse en
la vaguedad, y como dijo Croce, aceptar una doble relación por
la cual el crítico se vería obligado, en cada caso, a realizar cálculos
para saber quién ha guiado la carrera, quién se ha impuesto
sobre quién, si la sociedad o la literatura".

Afirmar, por tanto, que es la sociedad la que se impone sobre la literatura o a la inversa, no parece tener demasiado sentido toda vez que parece  mucho más claro aceptar su mutua influencia. De un lado la literatura se carga de proyección social, es capaz de fomentar el establecimiento de nuevas formas sociales; de otro lado es la sociedad la que puede a su vez intervenir en el proceso creador de la obra literaria, bien favoreciendo la tarea del escritor, bien imposibilitándola. (Tal parece ser el caso de algunas figuras de nuestra novelística que de repente han interrumpido su obra: Ferlosio y algún otro).

Por otra parte, aunque es fácil admitir que el escritor posee una absoluta libertad en el campo de lo imaginativo, se impone cada vez más la teoría de que su labor se halla condicionada en mayor o menor grado por tendencias de distintos grupos sociales. El carácter social de la obra literaria ha sido analizado de manera distinta por dos corrientes críticas de gran boga en la actualidad. La primera de ellas, la crítica marxista, que ha llevado a su cima los estudios de sociología literaria, señala la imposibilidad del individuo por sí mismo para elaborar una estructura mental coherente, "una visión del mundo". Dicha estructura se manifiesta en la obra literaria como reflejo del grupo social en que fue elaborada y el papel del individuo transmisor de esa estructura mental coherente, apriorísticamente dada, es incrementar su coherencia y transportarla al plano imaginativo o artístico.

El estructuralismo genético (la segunda de las corrientes citadas) cifra ese carácter colectivo en la relación existente entre las estructuras internas de la obra y las estructuras mentales de los grupos sociales en que se generan; pero la libertad del creador queda, en este caso, a salvo en el plano de lo propiamente imaginativo.

Fue a partir del siglo XIX cuando comenzó a establecerse la creciente división del público, según su distinto gusto literario. Surgieron así determinadas publicaciones (revistas y folletos) destinados a los distintos conjuntos de lectores. Es a partir de este momento cuando resulta más difícil seguir la pista a las relaciones entre autor y público. A lo largo del presente siglo la heterogeneidad de grupos ha ido en aumento y aquella tendencia inicial —si bien mucho más acentuada— se continúa en nuestros días en que el escritor es "prisionero de la ideología, de la Weltanchauímg de su público -medio social: puede aceptarla, modificarla, rehusarla total o parcialmente, pero no puede escapar de ella".

Todo esto nos explica la extraordinaria irrupción, la enorme fuerza de la figura del crítico, —de importancia capital hoy—, como intermediario  decisivo entre el escritor y su público, puente o enlace entre ambas realidades, capaz de intensificar determinados gustos o tendencias. A él le compete el intento de orientar y clarificar criterios asumiendo este papel con serenidad, objetividad y ponderación, rechazando el fácil servicio a la publicidad, consciente de su gran responsabilidad en este mundo cada vez más diversificado y pluralista en que vivimos.



1 comentario:

  1. Es muy importante lo que nos compartes Brenda, creo que es una pregunta fundamental ¿literatura para quiénes? Se puede pensar que la literatura sólo responde a la voluntad creativa del autor. Pero también es el reflejo del momento histórico en el que se vive. Pensar que la sociedad no influye a la creación literaria es ingenuo, así como sostener que sólo se escribe para educar a las sociedades. Es complicado colocarse en una sola postura.

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