El vocablo semiótica
refiere al complejo fenómeno de la significación y por ende, la necesidad de
analizar el signo en función de los usos que de él han hecho las diversas
culturas a lo largo de la historia. Encontrar una definición unívoca ha sido la
investigación extendida por varios años de reflexión. Distintos pensadores han
dado, cada uno, definiciones diferentes. Por ejemplo, para Pierce semiótica es
“la doctrina de la naturaleza esencial de las variedades fundamentales de toda
posible semiosis: De Saussure sostiene que es “una ciencia que estudie la vida
de los signos en el seno de la vida social”. Él propone que se le llame
“semiología”. Erik Buyssens sostiene que “el estudio de los procesos de
comunicación”, es decir de los medios utilizados para influir a los otros y
reconocidos como tales por aquel a quien se quiere influir”. Esto lo reconoce
como semiología. Ch. Morris define semiótica como una “doctrina comprehensiva de los signos”.
Finalmente, Umberto Eco piensa que “es una técnica de investigación que explica
de manera bastante exacta como funcionan la comunicación y la significación”.
En el texto que nos atañe, el primer apartado muestra
la dificultad para establecer una definición única sobre qué es la semiótica y
cuál sería su campo de estudio. Dicho problema ha estado presente desde los
inicios del surgimiento del pensamiento filosófico. La tradición lingüística
afortunadamente ha sido amplia por lo que, el debate y las disertaciones han
sido fructíferas. Los pensadores que han analizado la semiótica han buscado
plantear entonces cómo se desarrolla la significación; es decir, cómo el signo
y los sistemas que a partir de él se han entablado y que han hecho que las diversas culturas logren entablar
el proceso de la comunicación. Los
semiólogos han desarrollado variados e incluso opuestos proyectos, pues algunos
de ellos sostienen que la ciencia que se encargue de analizar a la
significación debe ser llamada semiología y no semiótica. Para comenzar a
aclarar esta disyuntiva, debemos establecer qué estaría dentro del campo del
análisis semiótico: “no es un acto de lectura sino, más bien, un acto de
exploración de las raíces, condiciones y mecanismos de la significación. Cómo
está hecho el texto para que pueda decir lo que dice”[1]. De modo que en éste
análisis no importa el contenido del texto o que sujeto sostiene dicho
contenido, sino cómo es que un texto es capaz de trasmitir sus diferentes
significados. Por ende, se estaría atento de la forma y no del contenido del
texto.
Ahora bien, los distintos pensadores pertenecientes a
la tradición semiótica han expresado sus apreciaciones sobre lo que es hacer semiótica. Pierce, Saussure,
Buyssens, Morris y Eco, cada uno de ellos tiene una apreciación específica
sobre la significación y el signo, sin embargo, me parece que podemos obtener
una síntesis de sus reflexiones: el hacer semiótica sería pues, explicitar el
mecanismo por el cual pueden producirse signos (semiosis); cómo es que la
semiosis se expande hasta fundar un sistema de comunicación y cómo dicho
sistema es asimilado por una cultura; además puede entenderse que se busque
descomponer el proceso de comunicación para poder comprender cómo se da entre
esos elementos la significación y no sólo eso, sino que se busque descifrar qué
es la significación; también se busca clasificar los actores que participan en
la producción de signos, clasificar los distintos tipos y cómo funcionan. Así,
lo que se busca al hacer semiótica es
establecer claramente los mecanismos por los cuales se diga cómo funcionan la
comunicación y la significación.
Eso sí, resultaría clarificador realizar el análisis
del origen del término “semiótica”, que proviene de semeiotiké, que significa la observación de los síntomas.
Posteriormente, el término fue evolucionando, pues se entendió también como
indicio, signo, marca. Después convenio, contraseña. Pero es del vocablo semeiotikós de donde deriva semiótica,
que puede ser entendido como el que se
dedica a observar signos.
Ahora bien, decidir si usamos semiótica o semiología,
nos remite al origen del dilema, pues por una parte fue Pierce, digno
representante de la semiótica norteamericana, quien prefirió el nombre de
semiótica, en tanto que Ferdinand de Saussure, iniciador de la semiótica
francesa, prefirió el nombre de semiología. La decisión de usar el término semiótica, se tomó en el año de 1969,
cuando se fundó la Asociación Internacional de Semiótica; en su revista Semiótica se decidió que ese sería el término apropiado para
referirse a la disciplina que estudia y
analiza el fenómeno de la significación.
También, existen dudas sobre si se debe recurrir a la
semántica o a la semiótica para reflexionar sobre el lenguaje y el signo. Tal
vez este dilema se deba a que ambas palabras provienen del mismo vocablo, semaíno (denotar). En el texto se nos
explica que semántica es la “ciencia del significado”. La cual fue inaugurada
por Michel Breal (profesor de Ferdinand de Saussure). Los lingüistas estarían
enfocados en estudiar tres tipos de vertientes: el cambio del significado, la
significación en sí misma y el estudio del significado como plano del signo
lingüístico[2].
Es decir la semántica estaría enfocada en los problemas de la significación. En
tanto que la semiótica debe entenderse como la “ciencia del signo”.
Las corrientes semióticas tienen que ver con el lugar
donde se han cultivado. La corriente norteamericana describe los sistemas de
símbolos no verbales. La semiótica francesa se ha dedicado a estudiar las
formas sociales que funcionan a la manera del lenguaje (mitos, moda, lenguaje
literario. Y la rigurosa semiótica rusa que se encargó de crear leyes semióticas
y someter a bajo su análisis de códigos a las comunidades históricas.
Podemos concluir que la semiótica se encarga pues del
lenguaje, el cual es la facultad que nos permite comunicarnos y se sirve de
otras de otras ramas como la pragmática y la sintaxis. La primera estudia cómo
los seres humanos estudian los signos para poder relacionarse. La segunda se
dedica a estudiar cuáles son las relaciones de los significantes entres sí.
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