Podemos
apreciar en primer lugar, el ejemplo de mito cosmogónico en la primera parte
del libro, a partir del capítulo I. Es el génesis del mundo, donde no existe el
movimiento, reina el silencio pero hay una conexión con el cielo. No es habitado
por hombres ni animales o plantas. Además de que el lenguaje y la religión no
existen aún. Cabe resaltar la belleza de las descripciones que para el lector
implica tocar la ensoñación y añorar remontarse a esa época para apreciar los
lugares y el tiempo descritos. Al leerlo, no puede evitar recordar el inicio de
la creación de la Tierra presente también en las concepciones que plasmaron los
nahuas en sus relatos sobre la
conformación de su mundo y el universo. El segundo ejemplo es del mito antropogónico,
del cual se hace referencia en la primera parte del libro, cuando se habla de
los primeros intentos de los Progenitores por crear a los primeros habitantes
del mundo, quienes son hechos de barro y madera, pero que tienen que ser
destruidos porque no cumplen las expectativas de los dioses. Pero es en la
tercera parte del libro, desde el capítulo I donde los Creadores y Formadores,
deciden usar maíz blanco y amarillo para conformar a los hombres, así como usar
masa de maíz para complementar las extremidades de los cuatro primeros hombres,
padres del pueblo maya-quiché. Ellos si poseen el lenguaje, los sentidos que
les permiten conocer al mundo y sus dioses, además de que son buenos, hermosos
y tienen figura de varón. Tiene el don de la inteligencia, tanto que este
aspecto será disminuido por los dioses, ya que llegaban a la sabiduría, sin que
existiesen límites para ellos. Por lo cual los dioses sólo les permiten ver el
mundo inmediato y no la morada de los Progenitores. El tercer ejemplo del mito
es teogónico, en la segunda parte del libro, capítulo I se presenta
parcialmente el origen de Hunahpú e Ixbalanqué, pues nos advierten que no se
otorgaran detalles sobre su nacimiento. Poco a poco se nos van desvelando los
acontecimientos que enfrentaron desde su infancia y las aventuras que sortean
para vengar la muerte de sus padres, ya que valientemente se enfrentan con los
Señores de Xilbabá. Son hermanos gemelos guerreros, inteligentes y con la
gracia de su lado, aspecto que les ayudará de manera constante a salir
victoriosos del inframundo. Es admirable la belleza con la cual es narrada está
parte del libro y la imagen que no es regalada: “Luego subieron en medio de la
luz y al instante se elevaron al cielo. Al uno le tocó el sol y al otro la
luna. Entonces se iluminó la bóveda del cielo y la faz de la tierra. Y ellos
moran en el cielo.”[1]
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