¿Qué podríamos entender por educación intercultural? ¿Acaso es un enfoque
que se ha puesto de moda en las últimas
décadas y que será pasajero? Sin lugar a dudas, la educación ha cambiado y
evolucionado de tal manera que no puede ser considerada como una empresa fácil.
Por lo que no parece necesario revisar algunos términos para poder responder a
la pregunta primera. La educación debe
basarse en cuatro pilares, según un Informe de la UNESCO: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y
aprender a ser. Estos fundamentos pueden impulsarse si nos colocamos ante
la idea de una concepción amplia e incluyente de la educación en relación
directa con el entorno político y sociocultural. La idea incluye redefiniciones
de conceptos muy específicos.
La migración es
un fenómeno social que ha puesto en cuestión el modelo de la sociedad
tradicional que se fundamenta en la uniformidad y tiene problemas para
enfrentar el hecho de la diversidad. El mundo actual se conforma de sociedades
multiculturales, puesto que las sociedades se han construido en base en el
mestizaje y es llevado a cabo por personas, hombre y mujeres con elementos
culturales diversos tales como concepciones artísticas, religiosas y morales.
Las cuáles se mezclan y fusionan para conformar nuevas visiones. Dichos
elementos no debemos verlos como problemáticos, al contrario, son elementos
positivos que permiten el reconocimiento de la cultura propia y los nuevos
elementos; pero con estos últimos es que podemos comprender a la alteridad y
apreciar la cultura propia, la cual logra ser respetuosa e incluyente, siempre
y cuando aceptemos que la migración es un fenómeno conveniente.
La cultura
etimológicamente significa cultivar y la encontramos en los rasgos
espirituales, intelectuales y emocionales que nos definen como una sociedad. Lo
anterior se transmite de generación en generación por medio del aprendizaje. De
modo que las tradiciones, normas, mitos, valores, formas de vida, son la
construcción de un grupo social que se aprende y se transmite. La cultura es la
construcción permanente, no está acabada; no es un todo. Responde a procesos de
construcción y reconstrucción permanentes. La cultura es el filtro por el cual
apreciamos la realidad y la interpretamos, pero no significa que nos devele la verdad. Por lo que debemos estar
abiertos a las otras culturas que tienen la misma validez; serán diferentes o
tal vez opuestas, pero no por ello, menos valiosas.
La educación es
el instrumento que nos permite valorar y respetar la diversidad cultural. Es el
centro vital de nuestra sociedad, ya que con ella podemos reafirmarnos como
personas y como grupos sociales. Ahora bien, la educación intercultural debe
basarse en el diálogo entre culturas. Dicho diálogo debe fomentar la apertura,
la reciprocidad, la crítica y la autocrítica. El objetivo es que mediante dicho
diálogo logren integrarse, es concebir al Yo y al Otro como motores de la
educación intercultural. De modo que debemos promover y plantear una idea en
donde la diferencia, la diversidad y pluriculturalidad cultural sea la
directriz de la educación que trascienda las aulas y que repercuta
poderosamente en el ámbito social. Esto es, que la teoría vaya hasta la práctica.
Debemos evitar que la asimilación, la segregación y el balcanización cultural
surjan entre la mencionada propuesta educativa. Tampoco debemos caer en
reduccionismos, pensando que la educación intercultural debe ir enfocada
solamente a las minorías étnicas. Debe enfocarse entonces a construir la
identidad propia y apreciar la alteridad.
De tal manera, que la educación
intercultural debe buscar promover la interacción personal entre hombres y
mujeres de culturas diversas, siendo así, el enfoque global y reformador que
lleva en sí misma la educación. Sabemos que no todo será pacifico, es decir,
que habrá enfrentamientos y tensiones, pensando que una cultura debe ceder más
o menos, pero si desde un inicio el diálogo con miras a la apertura, tolerancia
y respeto, se establecen como los elementos clave para discutir la conveniencia
de la fundamentación de una sociedad intercultural, será más fácil derribar los
prejuicios e impulsar las competencias y habilidades interculturales, esto es,
la combinación de capacidades específicas para ayudar a formar a los
ciudadanos. Adquirir actitudes positivas respecto a la diversidad cultural,
potenciar las habilidades comunicativas verbales y no verbales parar
comunicarse en diversos contextos, así como desarrollar la capacidad de
comprender la propia cultura desde la acción y la reflexión.
Con lo anterior,
podemos darnos cuenta que depende de cada uno de nosotros debemos favores e
impulsar un clima de respeto y promover los valores ya sea en el ámbito
laboral, escolar y social. Sin olvidar que en tanto que educadores o en vías de
serlo, la capacidad crítica, analítica y comprensiva ante la diversidad
cultural, reconociendo que somos un conjunto de alteridades conviviendo en un
espacio social y geográfico que se
enriquece constantemente. Pero lo más importante no es olvidar que dicha
alteridad está conformada por personas que merecer ser tratadas con dignidad y
respeto, con las que interactuamos constantemente y nos permiten ser.
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