jueves, 22 de octubre de 2015

Formas narrativas

LA ÉPICA El fortalecimiento del sistema feudal (hasta el siglo XIII), coincidió con el desarrollo de las nuevas literaturas nacionales. La vida en los castillos feudales transcurría de manera aislada. Excepto en ocasiones especiales (cuando se reunían las cortes o en las festividades importantes),  había poco contacto entre los feudos. Por esa razón, los juglares cumplieron una labor muy importante de comunicación y entretenimiento. 

Los juglares eran poetas ambulantes, generalmente de baja condición social. No sólo cantaban, sino que solían acompañar su presentación con malabarismos, danzas y, en ocasiones, espectáculos con animales. Algunos provenían de ambientes universitarios o de la Iglesia (estudiantes y clérigos de escasos recursos que se ganaban la vida con su canto) y se los conoció como goliardos. 

El principal aporte de los juglares consistió en la transmisión de las historias heroicas de los caballeros. Sus cantos procedían de relatos creados por otros poetas (los trovadores) o provenientes de la tradición popular, que ellos repetían de memoria y, muchas veces, fragmentaban o modificaban según el gusto del público. Al conjunto de esta producción se lo llama mester de juglaría. 

De manera semejante a lo que había sucedido en la antigua Grecia con el canto de las epopeyas heroicas, la poesía épica medieval fue un vehículo de legitimación de la clase dominante. Gracias a la admiración que las historias (verídicas o no) provocaban en el público, se reafirmaba el poder de los señores feudales y la lealtad hacia ellos.

Estas epopeyas se conocieron también como cantares de gesta. Entre las más destacadas, se pueden recordar la Chanson de Roland (Francia), el Cantar del Mío Cid (primer poema épico en lengua castellana), la Canción de los Nibelungos (Alemania) y el ciclo del rey Arturo y la Tabla Redonda (Gran Bretaña). Las notas comunes a estas composiciones son el carácter heroico del protagonista (cuyas virtudes morales y destreza encarnan los ideales de la época), el aspecto hiperbólico de sus hazañas, la nobleza de su origen y su lealtad inquebrantable a Dios y al rey. Con el paso del tiempo, los cantares de gesta dieron material para el surgimiento de composiciones épico-líricas cantadas por los juglares, conocidas como romances. También sirvieron de modelo al ideal de las novelas de caballería que tanto éxito tuvieron durante el siglo XVI. 

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