ENSAYO
Nuestra época ha
sufrido grandes cambios y avances de forma sumamente apresurada, los adelantos
científicos y tecnológicos han hecho que el mundo se vuelva más pequeño, pero
al mismo tiempo más complicado debido al impacto global en los ámbitos
económico, político, social, religioso y educativo, lo cual modifica los
valores y el comportamiento debido a la influencia de algunas culturas sobre
otras.
La economía y el poder
son ahora el punto central sobre el cual gira, tambaleantemente, nuestra
existencia, y el ámbito educativo se enfoca principalmente a un modelo de vida
totalmente pragmático que nos lleve a producir y a consumir, todo siempre en
torno de la economía. Con esta visión materialista se hace a un lado y no hay
espacio para la búsqueda del significado último de la vida y la experiencia de
lo trascendente, que en la mayoría de los casos, se muestra ausente.
Los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías han influido en este intercambio
cultural, pero también nos han favorecido en muchos aspectos, y como ahora es
lo más vigente, se llega a convertir en una nueva necesidad, lo cual nos fuerza
a aprender a utilizar estas tecnologías, ya que la comunicación siempre ha sido
una dimensión constitutiva de la educación. Las nuevas tecnologías son un arma
de doble filo: en malas personas perjudica y daña gravemente la formación
humana; pero como menciona el documento “Sólo humanizando a las personas los
medios de comunicación contribuirán a su educación” (CEM, 2012) (p.28).
Así como en los padres
de familia, la educación recae también en otras personas e instituciones que
van formando al niño y al joven, así que la responsabilidad de los profesores
es grandísima. Es necesario que aquél que tiene la misión en un campo educativo
tenga claro cuáles son las razones que contribuyen a la realización de la
persona y a descubrir su auténtica dignidad y su vocación de servicio en la
sociedad. Ya que como menciona el documento: “Si la educación no forma persona
íntegras que amen el bien, la belleza, la verdad y la justicia, todo lo demás
queda fincado en un terreno frágil y superficial.
Desgraciadamente
nuestro sistema educativo público busca demasiados intereses personales y
descuida, fallando a la justicia, la misión que le ha sido encomendada. Así que
a los que trabajamos en escuelas privadas, y aún más los que estamos en alguna
diocesana o religiosa tenemos la inmensa responsabilidad de formar con mayor
libertad a los alumnos a través de una adecuada educación profesional y mayor
conciencia social efectiva.
En este sentido es
necesario poner muchísima atención en la urgente tarea de la formación docente.
Desgraciadamente, nuestro sistema educativo está afligido por los problemas de
la educación magisterial; los maestros, en su mayoría somos egresados de las
universidades y no estamos capacitados para trabajar con adolescentes ni
contamos con los aspectos pedagógicos que este trabajo implica. Por lo tanto se
requiere de una formación que acompañe y responda a las dificultades concretas
que enfrentamos en la tarea educativa.
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