jueves, 22 de octubre de 2015

RELACION DE MICHOACAN 3ª parte (XX)

DE LA VENIDA DE LOS ESPAÑOLES A ESTA PROVINCIA, SEGUND ME LO CONTO DON PEDRO QUE ES AGORA GOBERNADOR Y SE HALLO EN TODO. Y COMO MONTEZUMA, SEÑOR DE MEXICO, INVIO A PEDIR SOCORRO AL CAÇONÇI ZUANGUA PADRE DEL QUE MURIO AGORA

 Envió Montezuma diez mensajeros de México y llegaron a Taximaroa, que vinían con una embajada al cazonçi llamado Zuangua padre del que agora murió, que era muy viejo. Y el señor de Taximaroa, preguntóles que qué querían. Dijeron ellos que venían al cazonçi con una embajada, que los enviaba Montezuma, que habían de ir delante dél y que a él, sólo, se lo habían de decir. Y envió el señor de Taximaroa a hacello saber al cazonçi, el cual mandó que no les hiciesen mal, mas que los dejasen venir de largo. Y llegaron los mensajeros aquí a la cibdad de Mechuacan y fueron delante del dicho señor Zuangua, y diéronle un presente de turquesas y charchuys y plumajes verdes y diez rodelas que tenían unos cercos de oro, mantas ricas y mastiles, y espejos grandes. Y todos los señores, e hijos del cazonçi, se desfrazaron y se pusieron unas mantas viejas, por no ser conocidos, que habían oído decir que venían por ellos los mexicanos. Y asentáronse los mexicanos y el cazonçi hizo llamar un intérpetre de la lengua de México llamade Nuritan, que era su navatlato intérpetre, y díjole el cazonçi: "oye, ¿qués lo que dicen estos mexicanos?, ¿a ver qué quieren?, pues que han venido aquí". Y el cazonçi estaba compuesto y tenía una flecha en la mano, que estaba dando con ella en el suelo. Y los mexicanos dijeron: "el señor de México llamado Montezuma nos envía, y otros señores, y dijéronos: id a nuestro hermano el cazonçi, que no sé qué gente es una que ha venido aquí y nos tomaron de repente, habemos habido batalla con ellos y matamos de los que venían en unos venados, caballeros doscientos, y de los que no traían venados, otros doscientos. Y aquellos venados traen calzados cotaras de hierro, y traen una cosa que suena como las nubes y da un gran tronido y todos los que topa mata, que no quedan ningunos y nos desbaratan.
Y han nos muerto muchos de nosotros y vienen los de Tascala con ellos, como había días que teníamos rencor unos con otros, y los de Tezcuco. Y ya los hobiéramos muerto si no fuera por los que los ayudan, y tiénen nos cercados, aislados en esta cibdad. ¿Cómo, no vendrían sus hijos ayudarnos? El que se llama Tirímarasco y otro Cuyni y otro Azinche y trairían su gente y nos defenderían. Nosotros proveeremos de comida a toda la gente,
que aquella gente que ha venido está en Taxcala, allí moriríamos todos." Oida la embajada, Zuangua respondió: "bien está, bien séais venidos, ya habéis hecho saber vuestra embajada a nuestros dioses Curícaveri y Xarátanga, yo no puedo por agora inviar gente, porque tengo nescesidad de esos que habéis nombrado; ellos no están aquí, questán con gente en cuatro partes conquistando. Descansá aquí algún día y irán estos mis intérpetres con vosotros, Nuritan y Piyo y otros dos. Ellos irán a ver esa gente que decís, entre tanto que viene toda la gente de las conquistas." Y salieron fuera los mensajeros y pusiéronlos en un aposento, y diéronles de comer y hizo dalles mastiles y mantas y cotaras de cuero y guirnaldas de trébol. Y llamó el cazonçi sus consejeros y díjoles: "¿qué haremos?, gran trabajo es éste de la embajada que me han traído. ¿Qué haremos? ¿Qués lo que nos [ha] acontecido?. Que el sol estos dos reinos solía mirar, el de México y éste. No habemos oído en otra parte que haya otra gente; aquí sirvíamos a los dioses.
A qu[é] propósito tengo de inviar la gente a México, porque de contino andamos en guerras y nos acercamos unos a otros, los mexicanos y nosotros, y tenemos rencores entre nosotros. Mirá, que son muy astutos los mexicanos en hablar y son muy arteros a la verdad, yo no tengo nescesidad, según les dije; mirá, no sea alguna cautela. Como no han podido conquistar algunos pueblos quiérense vengar en nosotros y llevarnos por traición a matar y nos quieren destruir. Vayan estos navatlatlos y intérpetres que les he dicho que irán, que no son muchachos para hacello como mochachos, y éstos sabrán lo que es". Respondiéronle sus consejeros: "señor, mándalo tú que eres rey y señor, ¿cómo te podremos contradecir?, y vayan éstos que dices". Primero mandó traer muchas mantas ricas y jicales y cotaras de cuero y de las navas y mantas de sus dioses, ensangrentadas, como las habían traído de México para sus dioses y de todo lo que había en Mechuacan. Y diéronselo a los mensajeros que lo diesen a Montezuma. Y fueron con ellos los navatlatos para ver si era verdad. Y envió el cazonçi gente de guerra por otro camino y tomaron tres otomíes y preguntáronles: "¿no sabéis algunas nuevas de México?". Y dijeron los otomíes: "los mexicanos son conquistados, no sabemos quién son los que los conquistaron. Todo México está hediendo de cuerpos muertos y por eso van buscando ayudadores que los libren y defiendan; esto sabemos, cómo han enviado por los pueblos por ayuda". Dijeron los de Mechuacan: "ansí es la verdad, que han ido. Nosotros los sabemos". Dijeron los otomíes: "vamos, vamos a Mechuacan, llevadnos allá, porque nos den mantas que nos morimos de frío, queremos ser subjetos al cazonçi". Y viniéronlo a hacer saber al cazonçi, cómo habían cativado aquellos tres otomíes y lo que decían y dijeron: "señor, ansí es la verdad, que los mexicanos están destruídos y que hiede toda la cibdad con los cuerpos muertos y por eso van por los pueblos buscando socorro. Esto es lo que dijeron en Taximaroa, que allí se lo preguntó el cacique llamado Cápacapecho". Dijo el cazonçi: "seáis bien venidos, no sabemos cómo les subcederá a los pobres que inviamos a México, esperemos que vengan, sepamos la verdad".

 

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