Cuando mencionamos la palabra silencio sabemos, porque esa ha sido la enseñanza, que significa el
no ruido. Silencio es no escuchar,
puesto que es una invitación a colocar a todo lo que nos rodea (personas,
cosas, animales, el mundo) en un estado de mudez. Cuando solemos decir “se
escucha el silencio” nos asalta un sonrojamiento e inmediatamente
nos disculpamos por esa supuesta incoherencia. Cómo es posible escuchar al silencio; qué acaso no es sinónimo del
no sonido, de lo no dicho. Si asumimos
por un instante -mediante el intento de
reconstruir y otorgarle un nuevo significado-
que podemos escuchar al silencio, debemos
preguntarnos bajo qué circunstancias y en qué lugar. Debe ser en un lugar
lejano del bullicio citadino y creo que se da en el momento en que se tiene la
disposición para escucharlo, para comprender lo que significa el silencio. Aprehender el silencio es el
primer momento necesario para derribar un conjunto de pre-juicios; es la mejor
forma de re-construir nuevos conceptos sobre eso que se asume como verdadero
sin que necesariamente se haya analizado desde diversos ángulos. Se trata pues,
de instalarse en el ámbito de la búsqueda interna a sabiendas que es muy
probable que se encuentren nuevas y diversas apreciaciones sobre aquello que en
un momento se pretendía conocido.
Hipatia Teon
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