jueves, 22 de octubre de 2015

RELACION DE MICHOACAN 3ª parte (XIX)

DE LOS AGÜEROS QUE TUVO ESTA GENTE Y SUEÑOS, ANTES QUE VINIESEN LOS ESPAÑOLES A ESTA PROVINCIA.

 

Dice esta gente, que antes que viniesen los españoles a la tierra, cuatro años continuos se les hendían sus qúes, desde lo alto hasta bajo, y que lo tornaban a cerrar y luego se tornaba a hender y caían piedras, como estaban hechos de lajas sus qúes, y no sabían la causa de esto, mas de que lo tenían por agüero. Ansímismo dicen que vieron dos grandes cometas en el cielo y pensaban que sus dioses habían de conquistar o destruir algún pueblo, y que ellos habían de ir a destruille. Y miraba esta gente muncho en sueños, decían que sus dioses les aparescían en sueños y hacían todo lo que soñaban y hacíanlo saber al sacerdote mayor y aquél se lo hacía saber al cazonçi.
Decía, que a los pobres que habían traído leña y se habían sacrificado las orejas, les aparescían en sueños sus dioses y les decían qué habían dicho: que les darían de comer y que se casasen con tal o tal persona, y si era alguna cosa de agüero, no la osaban decir al cazonçi. Díjome un sacerdote que había soñado, antes que viniesen los españoles, que venían una gente y que traían bestias, que eran los caballos, que él no conoscía, y que entraban en las casas de los papas y que dormían allí con sus caballos, y que traían muchas gallinas que se ensuciaban en sus qúes, y que soñó esto dos o tres veces, con mucho miedo, que no sabía qué era, hasta que vinieron a esta provincia los españoles y llegando a la cibdad posaron en las casas de los papas con sus caballos, donde ellos hacían su oración y tenían su vela. Y antes que viniesen españoles, tuvieron todos ellos viruelas y sarampión, de que murió infinidad de gente y muchos señores, y cámaras de sangre de las viruelas y sarampión. Todos los españoles lo dicen a una voz, los de aquel tiempo, y fué general esta enfermedad en toda la Nueva España, por eso les es de dar crédito a esto que dicen del sarampión y viruela.
Dicen que nunca habían tenido estas enfermedades y que los españoles las trujeron a la tierra. Ansí mismo el sacerdote susodicho me dijo, que habían venido al padre del cazonçi muerto, los sacerdotes de la madre Cuerábaperi questaba en un pueblo llamado Çinápequaro, y que le habían contado este sueño o revelación siguiente, del destruimiento y caí
da de sus dioses, que aconteció en Vcáreo. El señor de aquel pueblo de Vcáreo llamado Viquixu tenía una manceba, entre las otras mujeres que tenía, y vino la diosa Cuerávaperi, madre de todos los dioses terrestres, y que tomó aquella mujer de su misma casa. Decía esta gente que todos sus dioses entraban muchas veces en sus casas y tomaban la gente para sus sacrificios. Pues llevó esta diosa aquella mujer un rato, hacia el camino de México, allí en el dicho pueblo, y tornóla a traer hacia el camino de Araro. Entonces púsola allí y desatóse una jicala, como escudilla, que tenía atada en sus naguas, y tomó agua y lavó aquella jical, y echó un poco de agua en ella y echó dentro de la jical una como simiente blanca, e hizo un brebaje y dióselo a beber [a] aquella dicha mujer y mudóle el sentido y díjole: "vete, que yo no te tengo de llevar; allí está quien te ha de llevar; aquél que está allí compuesto; yo no te tengo de hacer mal ni sacrificar, ni tampoco aquél que te lleva te ha de hacer mal, y oirás muy bien lo que se dijere donde te llevare, que ha de haber allí concilio, y haráslo saber al rey que nos tiene a todos en cargo, Zuangua". Y fuese por el camino aquella mujer y luego [se] encontró en el camino con una águila que era blanca y tenía una berruga grande en la frente. Y empezó el águila a silbar y a enherizar las plumas y con unos ojos grandes, que decían ser el dios Curícaberi, y salúdala el águila y díjole que fuese bien venida y ella también le saludó y díjole: "señor, estés en buen hora". Díjole el águila: "sube aquí, encima de mis alas y no tengas miedo de caer". Y como subiese la mujer, levantóse el águila con ella y empieza a silbar y llevóla a un monte, donde está una fuente caliente que hay en ella piedra zufre, y llevóla por aquel monte volando con ella. Y era ya que quebraba el alba cuando la llevó al pie de un monte
muy alto que está allí cerca, llamado Xanóata hucazio, y levantóla en alto y vió aquella mujer que estaban asentados todos los dioses de la provincia, todos entiznados: unos tenían guirlandas de hilo de colores en la cabeza; otros estaban tocados; otros tenían guirnaldas de trébol; otros tenían unas entradas en las molleras; y otros de muchas maneras. Y tenían consigo muchas maneras de vino tinto e blanco de maguey y de ciruelas
y de miel, y llevaban todos sus presentes y muchas maneras de frutas, a o
tro dios llamado Curita caheri, que era mensajero de los dioses y llamábanle todos agüelo. Y parescíale aquella mujer que estaban todos en una casa muy grande y díjole aquel águila: "asiéntate aquí y de aquí oirás lo que se dijere". Y era salido el sol y aquel dios Curita caheri se lavaba la cabeza con jabón y no tenía el tranzado que solía tener. Tenía una guirnalda de colores en la cabeza y unas orejeras de palo en las orejas y unas tinazuelas pequeñas al cuello y una mancta delgada cubierta. Y vino su hermano llamado Tirípamenquanéncha con él, estaban todos muy hermosos, y saludáronle todos los otros dioses y decíanles: "señores, seáis bien venidos" y respondía Curita caheri: "pues, ¿habéis venido todos? Mirá, no se haya quedado alguno por olvido, que no hayáis llamado", y respondían: "señor, todos habemos venido." Tornaba también a preguntar: "¿han venido también los dioses de la man[o] izquierda?". Decíanles: "todos han venido, señor." Tornó a decir: "mirá, no se os haya olvidado de llamar alguno." Respondieron ellos: "todos hemos venido, señor". Dijo: "pues dígalo mi hermano lo que se ha de decir y yo me quiero entrar en casa." Y díjoles Tirípamequaréncha: "acercaos acá, dioses de la man[o] izquierda y de la man[o] derecha. El pobre de mi hermano dice lo que yo diré: el fué a oriente, do está la madre Cuerábaperi y estuvo algunos días con la diosa Cueraváperi y estaba allá Curícaveri, nuestro nieto, y Xarátanga y Huréndequavécara y Querenda angápeti. Todos estaban allá, los dioses, y probaron de contradecir los pobres a la madre Cuerávaperi, y no fueron creídos lo que querían hablar y fueron rechazadas sus palabras y no les quisieron recibir lo que querían decir: "ya son criados otros hombres, nuevamente, y otra vez de nuevo han de venir a las tierras"; esto es lo quellos querían contradecir, que no se hiciese y no fueron oídos, y dijéronles: "dioses primogénitos, esforzaos para sufrir. Y vosotros dioses de la man[o] izquierda, sea ansí como está determinado de los dioses, ¿cómo podemos contradecir esto questá ansí determinado? No sabemos qués esto. A la verdad no fué esta determinación al principio, questaba ordenado que no anduviésemos dos dioses juntos antes que viniese la luz, porque no nos matásemos y perdiésemos la deidad, y estaba ordenado entonces, que de una vez sosegase la tierra, que no se volviese dos veces y que para siempre se habían de estar ansí, que no se había de mudar. Esto teníamos concertado todos los dioses antes que viniese la luz, y agora no sabemos qué palabras son éstas". Los dioses probaron de contradecir esta mutación y en ninguna manera los consintieron hablar: "sea ansí, como quieren los dioses. Vosotros los dioses primogénitos y de la man[o] izquierda, íos todos a vuestras casas, no traigáis con vosotros ese vino que traís, quebrá todos esos cántaros, que ya no será de aquí adelante como hasta aquí, cuando estábamos muy prósperos. Quebrá por todas las partes las tinajas de vino, dejá los sacrificios de hombres y no traigáis más con vosotros ofrendas, que de aquí adelante no ha de ser ansí. No han de sonar más atabales: rajaldos todos.
No han de parescer más qúes ni fogones, ni se levantarán más humos. Todo ha de quedar desierto, porque ya vienen otros hombres a la tierra; que de todo en todo han de ir por todos los fines de la tierra, a la man[o] derecha y a la man[o] izquierda y de todo en todo irán hasta la ribera del mar, y pasarán adelante y el cantar sea todo uno y que no habrá muchos cantares como teníamos, mas uno solo por todos los términos de la tierra. Y tú, mujer, que estás aquí que nos oyes, publica esto y háganselo saber al rey que nos tiene a todos en cargo, Zuangua." Respondieron todos los dioses del concilio y dijeron que ansí sería, y empezaron a limpiarse las lágrimas, y deshízose el concilio y no paresció más aquella visión. Y hallóse aquella mujer puesta al pie de una encina y no vió en aquel lugar ninguna cosa cuando tornó en sí, mas de un peñasco que estaba allí, y vínose a su casa por el monte y llegó a la media noche y venía cantando, y oyóla venir un sacristán de la diosa Cuerábaperi, que abrió la puerta, y despertó los sacerdotes y decíales: "señores, levantaos que viene la diosa Cuerávaperi, que ya ha abierto la puerta". Decía esta gente que cuando aquella diosa Cuerábaperi tomaba alguna persona, que entraba en ella y que comía sangre; por eso dice este sacristán o guarda, que había venido la diosa Cuerávaperi. Y estaban todos desnudos los sacerdotes, y asentados con sus guirnaldas de trébol en las cabezas, y todos entiznados. Y entróse aquella mujer de largo en la casa de los papas y dió cuatro vueltas, y levantóse y pasó el fuego y tendióse de la otra parte del fuego, y los sacerdotes
empezaron a sacrificarse de las orejas y decía la mujer: "padres, padres,
hambre tengo". Y empezaron a dalle sangre y tenía la boca abierta y tragaba aquella sangre que le daban, que sentían ellos que la pasaba por la garganta, y tenía todos los bezos ensangrentados de la sangre que le daban. Y empezaron a tañer sus trompetas y atabales y echaron encienso en los braseros y trujéronla en una procesión cuatro vueltas, cantando con ella y bañáronla y ataviáronla. Pusiéronle unas naguas muy buenas y otra camiseta encima, y pusiéronle una guirnalda de trébol en la cabeza y pusiéronle un pájaro contrahecho en la cabeza, y unos cascabeles en las piernas y trujeron mucho vino y empezáronle a dar de beber. Y fuéronselo a decir a su marido, que era el señor de Vcario, questaba haciendo la cirimonia de la guerra, echando encienso en los braseros y díjoles, "¿Pues, qué hay, viejos?". Dijéronle ellos: "la señora es venida". Dijo él: "ay, ay, ¿a qué hora vino?". Dijéronle ellos: "señor, ahora, poco ha, vino". Dijo él: "bien está, hacéselo saber al sacerdote de Araro llamado Baricha y al de Zinápequaro: id y calentá los baños". Y era de noche, y fuese a su casa y bañóse en un baño caliente, y salió luego por la mañana y vinieron los sacerdotes que fueron a llamar y díjoles: "agüelo, dicen que es venida la señora, ya la tornamos a ver a la diosa Cuerávaperi; vámosla a saludar". Y vistióse, que se había bañado. Y fueron los sacerdotes a llevalle ofrenda y mantas y vino y encienso, y ofreciéronselo todo [a] aquella
mujer y desnudáronla y vistiéronle otros vestidos nuevos y saludáronla diciendo: "señora, seas bien venida". Y ella les tornaba a saludar. Y preguntáronle: "señora, ¿cómo te halló la diosa?". Dijo la señora: "en casa estaba y allí me vió." Dijéronle: "¿qué te dijo? cuéntalo aquí, ¿qué habemos de decir al rey?". Respondió ella: "¿qué me había de decir, agüelos? Como me vió allí no me hizo mal, mas un águila me llevó y oí en lo alto del monte donde había un concilio de los dioses.
Dicen que otra vez han de venir hombres de nuevo a la tierra." Y contóles todo lo que había oído en el monte llamado Xanóato hucaçio. Y apartáronse todos los sacerdotes en el patio y abajaron las cabezas en corrillos y dijo el señor de Hucario: "agüelos, ¿cómo, esta mujer no lo dice de mala ques?, dice que han de venir otra vez hombres a la tierra: ¿dónde han de ir los señores questán? ¿quiénes nos han de conquistar? ¿han de venir los mexicanos o los otomíes a conquistarnos, o los chichimecas? Dice que todo el reino ha de estar solo y desierto. Idlo a decir
al rey; no pienso que le placerá dello, ¿cómo, no os descuartizará vivos?, ¿cómo, no os sacrificará? Aparejaos a sufrir. Yo no quiero ir por agora a la guerra mas estarme aquí, porque no me maten en la guerra. Mátenme aquí los que vinieren, sacrifiquenme aquí y cómame la diosa Cuerávaperi. Id, porque riñirá el rey". Y partiéronse aquellos sacerdotes y vinieron en tres días a la cibdad de Mechuacan y el cazonçi llamado Zuangua, estaba a la sazón cerca de su casa, en un lugar llamado Arátaquaro, y estaba borracho y saludó a los sacerdotes y díjoles: "madres, seáis bien venidas": porque desta manera decían a los sacerdotes de la madre Cuerávaperi. Y ellos ansí mismo le saludaron.
Díjoles: "pues, ¿qué hay, viejos? ¿cómo venístes?". Y contáronle todo lo que habían visto y oído [a] aquella susodicha mujer y respondió Zuangua y díjoles: "por qué dijo eso el pobre de Viquixo ¿Es él rey? ¿por qué se turba? ¿Cómo, no es de baja suerte y huérfano? ¿por qué os había de descuartizar, viejos? ¿Dónde vino? ¿El es rey?; cómo, ¿no es esclavo de los cativos?; y vosotros, ¿quién sois? Que de nosotros es la pérdida del señorío, que somos señores y no de nosotros solos, mas empero de todas las Provincias; yo no lo oiré, que primero moriré y no será luego, porque aún estaré algunos días y seré rey. Aquí están mis hijos, que les partiré el señorío y serán señores.
Ahí está mi hijo Zinçicha, que es el mayor y Tirímarasco, Cuyny, Sirángua, Chácinisti, Timas, Taquíani, Patamu, Chúysico. Todos estos hijos tengo y no sé quién será el que señalará por rey nuestro dios Curícaberi. Aquél oirá todo esto y el pobre no será mucho tiempo señor, porque será maltratado, pobre de la gente baja; cuatro años será maltratado, después de los cuales sosegará el señorío, y yo no lo oiré, que primero moriré. ¿Esto es a lo que venís, viejos? Quiero os dar a beber y buscaros algunas mantas." Y sacáronles naguas de mujer y otros atavíos y guirnaldas de oro para la diosa y plumajes, y diéronselo y díjoles: "yo os quiero también contar a vosotros otra cosa, viejos. Estas mismas palabras que vosotros habéis traído, trujeron de tierra caliente, y dicen que andaba un pescador en su balsa pescando por el río con anzuelo, y picó un bagre muy grande y no le podía sacar y vino un caimán, no sé de donde, de los de aquel río y tragó aquel pescador, y arrebatóle de la balsa en que andaba y sumióse en el agua muy honda, y abrazóse con él el caimán y llevóle a su casa aquel dios-caimán, que era muy buen lugar, y saludó aquel pescador y díjol
e aquel caimán: 'verás que yo soy dios. Ve a la cibdad de Mechuacan y di al rey que nos tiene a todos en cargo, que se llama Zuangua, que ya se ha dado sentencia, que ya son hombres y ya son engendrados los que han de morir en la tierra por todos los términos: esto le dirás al rey'. Esto es, agüelos, lo que aconteció allá en tierra caliente, que me hicieron saber, y todo es uno lo de tierra caliente y lo que vosotros traéis". Y despidiéronse los sacerdotes y tornáronse al señor de Vcáreo y contáronselo lo que decia Zuangua, el padre del cazonçi muerto. 

Hender: Abrir herndiduras.

Cámaras: Flujo de cientre, diarrea.

Enerizar (enherizar): Poner rígidas las plumas como las púas del erizo.

Tocado: Peinado y adorno de la cabeza.

Corrillo: Cerco que forma la gente para hablar, separado de los restantes.

Bagre: Pez muy común en América.

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