martes, 20 de octubre de 2015

TAO TE KING

TAO TE KING
El Dào Dé Jing, también llamado Tao Te King, cuya autoría se atribuye al Lao Tse, “Viejo Maestro”, es un texto clásico chino. Su nombre procede de las palabras con las que empiezan cada una de sus dos partes: dào ”el camino”, la primera del Capítulo 1, y   ”virtud”, o “poder”, la primera del Capítulo 38, con el añadido  jīng, “libro clásico”. Así, Daodejing puede traducirse como “El libro del Camino y la Virtud”, “El Libro del Camino y el Poder”, “El Clásico de la Senda y las Virtudes”, etc.
El libro tiene un papel importante en la religión china, relacionado no sólo con el taoísmo religioso, sino también con el budismo, que cuando se introdujo por primera vez en China fue interpretado usando en gran medida palabras y conceptos taoístas. En China la filosofía de la naturaleza y la visión del mundo están impregnadas del pensamiento taoísta. Su influencia se ha esparcido también más allá del Lejano Oriente, ayudada por las muchas traducciones diferentes del texto a lenguas occidentales.
Los pasajes son ambiguos, y tocan temas que van desde el consejo político para gobernantes hasta la sabiduría práctica para la gente común. Como la variedad de interpretaciones posibles es virtualmente ilimitada, no sólo para personas distintas sino incluso para una misma persona en distintos momentos, lo más sensato por parte de los lectores es no intentar establecer una objetividad o una superioridad en sus conceptos. Los principios y conceptos centrales son:
  • El Tao abarca los principios de infinitas cosas. No tiene forma ni sonido; es incorpóreo, eterno y permanente. Este principio no puede explicarse con palabras.
  • El Dào Dé Jing enfatiza los valores “femeninos” (Yin), como la cualidad del agua, fluidez y suavidad (en lugar de la solidez y aspereza de la montaña), la elección del lado oscuro y misterioso de las cosas, y el control sobre las cosas sin gobernarlas.
  • El concepto de “retorno”, no en el sentido de regreso al pasado, sino más bien como “contracción”, “reducción” e incluso “retirada” y “retrospección” sobre sí mismo. Este concepto es ilustrado por el texto del capítulo 48: el aprendizaje consiste en aumentar día a día el patrimonio propio; la práctica del Tao consiste en sustraer día a día.
  • La Nada es la sustancia del Tao y el Ser es su función. Para alcanzar el dominio del Tao es necesario primero reconciliarse con la inmovilidad, no ocuparse de cosas mundanas, dejar de lado el intelecto, el conocimiento, los deseos, el egoísmo y el egocentrismo; despojarse de las ideas preconcebidas y retornar a la amplitud mental auténtica.
  • Para el taoísmo es central la búsqueda del vacío, común también al budismo y, en alguna medida, al confucionismo.
  • Otras ideas centrales incluyen:
·         El uso de la fuerza sólo atrae la fuerza.
·         La riqueza no alimenta el espíritu.
·         El ansia de poseer sin límite ciega al ser humano y lo convierte en un monstruo codicioso y violento.
·         La preocupación sólo por sí mismo, y el darse importancia son vanos y autodestructivos.
·         La victoria en la guerra no es gloriosa. No debe celebrarse, sino ser causa de duelo, porque surge de la devastación.
·         Cuanto más empecinadamente se intenta algo, mayor es la resistencia que se crea; cuanto más se actúa en armonía con el universo, más se logrará y con menos esfuerzo.
·         El verdadero sabio concede poca importancia a su propia sabiduría, porque cuanto más conoce más se da cuenta de lo limitado de su conocimiento.
·         Cuando perdemos los valores fundamentales, los reemplazamos con valores crecientemente inferiores que pretendemos verdaderos.
·         La glorificación de la riqueza, el poder y la belleza atraen el crimen, la envidia y la vergüenza.
·         Las cualidades de flexibilidad y suavidad son habitualmente superiores a las de rigidez y fuerza.
·         El contraste de los opuestos (la diferencia entre masculino y femenino, luz y oscuridad, fuerte y débil, etc.) es lo que permite entender y apreciar el universo.

·         El cambio entre los opuestos (Yin-Yang) permite la fluidez natural del universo. El estancamiento en una sola forma solo atrae la desarmonía y la devastación.

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