Pasan los siglos, dejando en su carrera,
monumentos de rosas y derrotas
y páginas de sol y soledades;
pero tu amor me habita, me derrumba
sobre un planeta lleno de coronas
azules.[1]
La educación actualmente es todo un reto debido a los distintos factores
que conforman la geografía mexicana. El primero, es la raíz histórica que ha
conformado la historia y la cultura mexicana. Pasando por la culturas
prehispánicas, la Colonización, la Independencia, la Revolución y la Época
Contemporánea. Y es justo durante la Colonización en donde México fusiona sus
tradiciones y creencias para conformar una nueva visión: la moral y
espiritualismo basados en el catolicismo. El segundo factor está en relación
directa con la forma en que la sociedad se comunica. Los avances tecnológicos,
específicamente el internet. La juventud, sobre todo ha integrado a su vida
diaria el internet como un medio de comunicación primordial, que no siempre se
usan con un fin educativo, sino de distracción y un mal uso. Además de la
fuerte influencia de los medios de la comunicación sobre el criterio de cada
persona que es receptor de sus mensajes y que la mayoría de las veces
distorsiona intencionalmente la realidad, según los intereses convenientes. El
tercer factor es la condición económica
del país: el desempleo, la pobreza y la inequidad. Siendo estos últimos los
elementos más decisivos para los procesos educativos. Las diferentes crisis
económicas a nivel mundial han repercutido en la economía nacional aunada a las
malas administraciones que han conformado las peores condiciones de vida
experimentadas en el país. Los pobres cada vez son más y los ricos son un grupo minoritario poseedor de la mayor
parte de las riquezas del país. Ante esto, es la educación el elemento más
afectado, puesto que no existen las condiciones necesarias para que toda la
población pueda acceder a ella.
Ahora bien,
las instituciones educativas no son las únicas responsables de educar
individuos y hacerlos hombres de bien. En los últimos años, esta idea se ha
generalizado y los padres se han desligado de su responsabilidad. Para poder
tener éxito en la formación de jóvenes es necesaria la intervención de la
familia. Los valores siempre conformaran sustancialmente a cada hombre en el
mundo. No importa que tan “moderna” sea nuestra realidad. El bien y el mal no
tienen caducidad, de tal modo que las bases primeras son otorgadas desde que
venimos al mundo y nos son dadas por nuestros padres.
Así, el maestro debe ser
una persona con convicción y no por obligación. Él no sólo debe enfocarse en
trasmitir una serie de conocimientos duros, sino debe además, orientar al
educando hacia una visión que le permita acceder a la verdad y a el amor al
prójimo. La tarea del maestro y el de la sociedad no es fácil, pero deben
reformarse los métodos educativos anacrónicos. El replanteamiento de una
reforma educativa deber ser al corazón de la pedagogía en todos los niveles. No
sólo se deben reformar las escuelas a donde asisten los educandos, también
donde se forman los futuros maestros.
La nueva educación debe partir
de formar a personas, no a individuos que sean útiles. Para ello se requiere de
una educación integral, es decir, que cultive el aspecto del saber, la moral y
el espíritu. Los valores más importantes son la verdad, el amor y la justicia.
Con ellos será posible conquistar la paz en un ambiente de libertad y
tolerancia. Para ello es necesario el acompañamiento de la familia, pues son
los padres quienes tienen que iniciar esa gran tarea para que posteriormente se
refuercen en las instituciones educativas. Lo deseable es que dichos elementos
en su combinación estén disponibles para todos.
Aidé Carvajal Medina.
[1]
Martinez Ocaranza, Ramón, “Poesía Reunida 1941-1968”, Morelia, Michoacán, 2009,
p. 75.
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