jueves, 28 de enero de 2016

RE-INVENTANDO

Derribada, espamosa en el picoso y refrescado pasto, la mujercita miraba atónita la inundada blancura y luminosa esfera abarcante, sostenida en lo alto de esa peculiar noche olorosa. Sublimada, señala con los dedos recubiertos de excitación cada una de las esponjosas y salpicantes estrellas. Se contaban por millares endulzantes. Díafana y apelusante se impregnaba la noche, como si abrazara la engallinada piel amarfilada, de cabellos medusientos con ojos gatunos envueltos en un sútil y por momentos, aterciopelado azul aquamar.
Hipatia Teon

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