La
Relación de Michoacán es sin duda uno
de los testimonios más importantes dentro de los textos escritos en el siglo
XVI en el Nuevo Mundo. Como fuente histórica es fundamental para conocer el
pasado prehispánico de esta región del Occidente de Mesoamérica. La calidad
literaria también es de enorme valor, pues dentro de su contenido, encontramos
pasajes llenos de cualidades humanas, sentimientos como el valor, temor, desesperanza,
ira, bajas pasiones; así como las intrigas y asesinatos políticos, las guerras
y lo poco que sabemos sobre sus creencias, convierten a la Relación de Michoacán en un documento de calidad literaria
universal, y monumento del pueblo purépecha, tal como lo menciona Le Clézio. Pero
no podemos pasar por alto el contexto en que fue redactado éste documento, en
el que una de sus motivaciones fue el alegato entre Tzintzuntzan y Pátzcuaro,
para reivindicar el título de Ciudad de Michoacán por parte de la primera. A
esto debemos agregar el testimonio de varios informantes que esperaban mejorar
su imagen política, como lo fue el gobernador don Pedro. Debemos agregar a todo
esto al compilador Jerónimo de Alcalá, pues por más que se muestre sólo como
fiel traductor e interprete, sabemos que su mano está profundamente arraigada
en la redacción que ha sobrevivido de sus informantes; también la descripción
de la sociedad tarasca está influenciada por el bagaje cultural del fraile. Nos
encontramos ante un documento de fuerte inspiración indígena, pero la
investigación histórica ha venido mostrando un rostro más complejo de las voces
que hablan en la Relación de Michoacán,
lo que debe dar más luces para cualquier tipo de análisis.
Aidé Carvajal Medina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario