miércoles, 27 de enero de 2016

IMPORTANCIA DEL MAESTRO

La educación: alma de la transformación personal y social. Una palanca que tiene la potencialidad de realizar cambios personales y sociales de fondo es la educación.
¿Qué es educar? en un sentido amplio, es desarrollar las facultades físicas, intelectuales y morales del hombre; es dirigir, encaminar. La educación contempla aspectos diferentes: conocimientos, valores, forjar un criterio propio, conciencia social, responsabilizarse y saber expresar emociones y afectos.
Si observamos el estado actual de grandes gruesos de población en los distintos países del mundo, encontramos graves problemas: delincuencia, alcoholismo, drogadicción, diferencia abismal entre clases sociales, abandono de hijos, hambre, terrorismo, etc. Si empezamos a analizar las causas, éstas pueden ser muchas, pero en particular en este artículo tocaremos un aspecto muy relevante que puede incidir en la resolución de dicha problemática: la importancia del maestro en el proceso educativo.
Las diferentes reformas educativas que se realizan en los países van orientadas a un desarrollo de competencias en los educandos, así como el auto dirigirse en la consecución de objetivos de aprendizaje, lo cual es muy positivo. En un tiempo en que la tecnología cada vez más tiene un lugar protagónico en la educación, pareciera que la labor del maestro va quedando obsoleta, rezagada, sin la relevancia que se le reconocía en tiempos pasados. Sin embargo, los profesores son agentes muy importantes -para muchos alumnos quizá los únicos- que van a influir para que sus estudiantes desarrollen un aprendizaje significativo, que según el famoso psicoterapeuta Carl Rogers, es más que la mera acumulación de información y de hechos; el aprendizaje significativo produce una diferencia en el comportamiento de las personas, en sus actitudes, su personalidad, y las diferentes acciones que realizarán en el futuro.
Es un hecho que muchos alumnos pasan más tiempo del día en el ambiente escolar que en sus hogares, de ahí la relevancia de la interacción con sus maestros y compañeros de clase. La relación humana, los vínculos que el docente establece con sus alumnos marcarán una huella profunda. Un punto de partida de transformación personal es cuando el profesor crea en el aula un clima en el que cada alumno tiene la confianza de manifestarse tal cual es, mostrando sin miedo sus sentimientos y creencias, con la seguridad de que va a ser aceptado.
Como afirma Carl Rogers en su libro El Proceso de Convertirse en Persona, “…Cada persona es una isla en sí misma, en un sentido muy real, y sólo puede construir puentes hacia otras islas si efectivamente desea ser él mismo y está dispuesto a permitírselo. Por esa razón pienso que cuando puedo aceptar a un individuo, lo cual significa aceptar los sentimientos, actitudes y creencias que manifiesta como una parte real y vital de sí mismo, lo estoy ayudando a convertirse en una persona, y a mi juicio esto es muy valioso”.
Una mirada directa a los ojos de un alumno, un llamarle por su nombre con un tono de voz cariñoso, una palmada afectuosa en el hombro o espalda, son invaluables para despertar en el niño o joven la sensación de ser tomado en cuenta como ser único, especial; además, no tiene precio el celebrar cada pequeño logro, el estimular sus avances..
Asimismo, es ante la presencia responsable del maestro que se fomenta el respeto a las diferencias entre los distintos compañeros; un maestro no puede ser indiferente a cualquier tipo de burla, comentario irrespetuoso o bromas pesadas que surjan en el salón de clase o en los pasillos y patios de la escuela.
¿No es increíble que personas que han pasado 15 ó 20 años en alguna institución educativa no hayan desarrollado sus potencialidades, que continúen siendo inseguros, acomplejados, y que no estén listos para prestar un servicio responsable a la sociedad? Desafortunadamente esta situación es más común de lo que imaginamos.
Somos testigos que al frente de grupos escolares están maestros cansados, que se dan por derrotados con anticipación cuando se enfrentan a grupos de 40, 50 ó más alumnos, y culpan a las autoridades de la imposibilidad de un trabajo eficiente, justificándose en el número de alumnos que se les confían. Sí, esto es una limitante, estamos conscientes de ello, pero el mero hecho de estar frente a un grupo exige al maestro el mejor desempeño que pueda brindar, a pesar de circunstancias adversas.
Es un gran privilegio, a la par que una gran responsabilidad, el estar frente a un grupo; esto exige del maestro energía física, disposición, generosidad. Si por enfermedad o por edad avanzada un maestro no puede realizar este esfuerzo, debe reconocerlo honestamente y pasar la estafeta a maestros que reúnan los requisitos indispensables. Es un grave error que por cuestiones sindicales o de poder se otorgan plazas a personas sin vocación docente. Los dos principales ingredientes que requiere poseer un maestro son: vocación y amor por sus alumnos.
La vocación lo va a impulsar a mejorar su desempeño, actualizándose en reformas, materiales didácticos, estrategias de enseñanza-aprendizaje, etc., y el amor lo va a motivar a trabajar con sus alumnos como si fueran a ser los próximos líderes mundiales, y a tratarlos como quisieran que fueran atendidos sus hijos.

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