Las TIC en la educación: el mayor reto lo tiene el docente
Los avances de la tecnología generan
cambios vertiginosos en las sociedades; como una suerte de carretilla
cuyo pasaje es indefenso ante la velocidad y el rumbo de quien tira de
la manija. La tecnología está en todas partes. Esto no significa
que todos tengan acceso a ella, pero sí, en términos generales, que va
introduciéndose en la vida de pobres y ricos, legos y sabios, adultos y
niños, en algunos de manera más tardía, pero segura. Lo nunca
imaginado, en cuestiones de innovación tecnológica, es hoy moneda de uso
corriente.
La revolución tecnológica provoca
revoluciones sociales. Este panorama se constituye como un
reto generacional. Los más jóvenes llevan consigo genes que los dotan de
capacidades sobresalientes para el aprovechamiento de los avances
tecnológicos; los más grandes perciben los cambios, pero su naturaleza a
veces resulta ajena hasta a ellos. Esta situación se percibe más
claramente en las escuelas; en materia de Tecnologías de la Información y
la Comunicación (TIC), el alumno supera al maestro.
Ahora bien, el estudiante que accede a
la tecnología, quizá logra adentrarse al mundo de la información, pero
si no presenta capacidades cognitivas desarrolladas no logrará
aprovechar el universo de datos al que tiene acceso, ocasionando su
rezago y exclusión natural de la sociedad del conocimiento de la cual
debiera tomar parte. La educación en TIC debe fortalecerse e impulsarse
desde el aula y ser el maestro quien conduzca al alumno en este proceso.
Ya en 1996, cuando Delors presentaba su
informe ante la unesco, se señalaba al fortalecimiento de
las infraestructuras tecnológicas y las capacidades de cada país en lo
tocante al desarrollo en esta esfera, así como la difusión de las
tecnologías en el conjunto de la sociedad como conditio sine qua non
para acceder a su uso en el marco de los sistemas educativos formales.
Un requisito obligado para la
introducción de las TIC en el ambiente escolar es el acceso a equipo y
conexión a redes para toda la población, así como el fortalecimiento de
capacidades para su aprovechamiento.
En esta materia, México ha desarrollado
una serie de proyectos que abonan al equipamiento tecnológico y a la
conectividad de los centros escolares, motivando la presencia de
tecnología en los hogares. Si bien el esfuerzo no ha sido suficiente ni
el mismo a lo largo y ancho del país, el camino que se transita es el
correcto.
No podemos decir lo mismo respecto a las
competencias requeridas ni a la formación de capital humano para el
aprovechamiento de las nuevas tecnologías, sobre todo en el ambiente
escolar, donde es al docente a quien recae el mayor reto. Un factor que
no podemos obviar ni pasar por alto para la adecuada integración de las
TIC en el aula es la capacitación que requieren los maestros.
El papel tradicional del docente se
transforma, de ser propietario del conocimiento, de tutor directo,
las nuevas tecnologías lo colocan como facilitador y orientador del
estudiante en la utilización de herramientas; es él quien debe
proporcionar los pasos necesarios para que el niño o el joven desarrolle
su proceso de construcción del aprendizaje, no sólo durante su estadía
en la escuela, sino aún después de egresar y en su tarea de conducir a
otros por este mismo proceso.
El desafío más grande lo tiene el
docente. Éste debe estar preparado para diseñar actividades acordes a
las nuevas herramientas tecnológicas, desarrollar habilidades de
planeación y seguimiento, así como resolución de dudas del alumno,
además de tener la encomienda de animar y asesorar al estudiante en el
seguimiento del curso, procurando evitar la desmotivación de éste en
su proceso de autoaprendizaje. Además, el maestro pone a prueba la
práctica de actividades básicas como hacer que el alumno participe
activamente, promover la interacción para el interaprendizaje entre los
estudiantes y garantizar el orden y el aprovechamiento escolar de
todos y cada uno de estos.
Un maestro con habilidades digitales
debe saber conducirse y aprovechar las ventajas de los
ambientes virtuales, utilizar los espacios y recursos propios de
las nuevas tecnologías como material de consulta, foros, redes sociales y
salas de chat ; por otro lado, implica no sólo una dedicación de mayor
calidad sino la exigencia de nuevo conocimiento y formación que, a su
vez, requerirá inversión de tiempo. Esta nueva formación debe —al menos—
capacitar al docente en el manejo y domino de los ordenadores
electrónicos y de programas informáticos de uso general.
Sin embargo, aún observamos que la
introducción de las TIC en las escuelas mexicanas tropieza con
diferentes tipos de resistencias por parte del docente. Este rechazo a
utilizar y ver en la tecnología una herramienta puede tener múltiples
causas que van desde un temor del docente a la transformación de su
modelo tradicional de enseñanza, hasta un desacuerdo con los valores
que fomentan las TIC, así como el esfuerzo que tendría que imprimir a
diario, a menudo no reconocido. Todo ello sin mencionar la falta de
formación al respecto por parte del profesorado.
Si México quiere avanzar en la tarea de
introducción de las TIC en el sistema educativo nacional para su
uso, aprovechamiento y disfrute, deberá reconocer a los docentes como
piezas fundamentales de todo cambio educativo.
Sólo si se reconoce su papel clave se
generararán innovaciones reales al interior del sistema. La mayor
inversión tendrá que hacerse en esta área.
Fuente:
http://www.educacionyculturaaz.com/estados/las-tic-en-la-educacion-el-mayor-reto-lo-tiene-el-docente
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